Sólo puede existir una "democracia" en el mundo en la que un torturador no sólo no sea enjuiciado y haya dado con sus huesos en la
cárcel, sino que además puede disfrutar de todo tipo de privilegios. Y ese país, como no,
es España.
Algo está muy mal en esta pseudodemocracia filofascista
cuando un
torturador disfruta de cuatro medallas oficiales, en reconocimiento de los
"servicios" prestados. ¡Asco de país!
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