Los religiosos ni quieren, ni pueden justificar sus más que
absurdamente increíbles creencias y en general todo lo fían a ese
"argumento" de la fe, que es como no decir nada. Pero quizás sea peor
cuando intentan justificar su credo intentando utilizar el razonamiento lógico
y hasta el científico, porque en este caso llegan al desastre intelectual más
absurdo.
Los padres de la iglesia lo dejaron bien claro allá por los
principios de primer mileno EC: la razón y la fe son entidades antagónicas
hasta tal punto que uno de los más venerados teólogos cristianos de todos los
tiempos, Tertuliano sentenció que se cree porque la creencia es absurda, de tal
manera que los dogmas del cristianismo deben apoyarse con una convicción tanto
mayor cuanto menos racionalmente comprensibles sean.
Sin embargo, otras corrientes más "modernas" del
cristianismo han dedicado durante siglos ímprobos, y también más que vanos,
esfuerzos para encontrar algún argumento primero lógico y después, cuando la
Ciencia hizo su atronadora aparición, científico que justificara de alguna
manera la veracidad de las por otra parte más que irracionales creencias
cristianas.
Y en esa búsqueda de justificaciones, más allá de la caja
negra de la fe, algunos pensadores cristianos encontraron el argumento del
ajuste fino del Universo basado en la definición del principio
antrópico, que es la simple observación de que el Universo en el que
vivimos debe ser compatible con la existencia de la vida en general y de la
inteligencia (al menos del tipo humano) en particular. Una forma un poco
rebuscada para mi gusto de sugerir que vivimos en un Universo "cuidadosamente
ajustado", es decir, un Universo que parece haber sido "meticulosamente
adaptado" para permitir la existencia de la vida tal y como la conocemos,
derivándose entonces una prueba de la existencia de un creador del Universo
capaz de ajustar todo el espacio-tiempo a la aparición del ser humano.
Y aunque esta aplicación religiosa del principio antrópico
es una mera exageración de las disquisiciones académicas iniciales por parte de
algunos creyentes deseosos de agarrarse a un clavo ardiendo, a día de hoy es
quizás uno de los principales argumentos "racionales" que presentan
los cristianos que quieren diferenciarse de Tertuliano y el resto de fervorosos
irracionales seguidores del nazareno demente.
Y de entre la infinidad de argumentos que contradicen esta
visión religiosa del Universo "finamente ajustado", desarrollados a
lo largo del tiempo, yo considero personalmente más interesante uno de ellos,
ese que llamativamente da la vuelta a la tortilla y hace pensar que por la
misma estructura del Universo, si a algo está adaptado el Cosmos es para ser
profunda e infinitamente hostil a la vida en general y al ser humano en
particular.
Porque el 96% del Universo consiste en esas más que exóticas
e incomprensibles materia y energía oscuras.
Además, el 99,99% restante es básicamente espacio vacío en
donde se encuentra de media un más que solitario átomo de hidrógeno por cada 4
metros cúbicos de espacio. Y la "poca" materia que existe son principalmente
átomos de hidrógeno y helio libres. La infinidad de estrellas del Universo
representan un misérrimo 0,5% del total y por supuesto los planetas
infinitamente menos.
Y teniendo en cuenta nuestro propio sistema solar, los
planetas en general serían prácticamente nada ya que por ejemplo la masa del
Sol es mil veces mayor a la del planeta más grande Júpiter,
que a su vez es también
alrededor de mil veces más grande que la Tierra, el supuesto centro del
Universo para los religiosos de toda época y condición.
Eso sin olvidar que casi todos los planetas conocidos y también
probablemente los que quedan por conocer son más que hostiles a la vida en
general y a los sapiens en particular.
Es decir, que ese famoso ajuste fino hacia la vida (humana o
no) simplemente evidencia una total ignorancia hacia lo que es y lo que
significa este casi inconmensurable y más que inimaginable Universo que nos
rodea hasta prácticamente el infinito.
Pero aún así, más que incompresiblemente, algunos se empeñan en "pensar" (bueno eso de pensar es nada más que un eufemismo en este caso) que nuestra propia existencia demuestra de alguna manera que alguien "allá afuera" nos tiene tan especial cariño para ser capaz de diseñar todo un Universo hostil para nuestro supuesto gozo. Y si tal fuera la cosa, como bien argumenta el personaje del científico en la más que recomendable y demoledora película "God on trial" refiriéndose al pueblo elegido:
"¿Porqué no llenó el universo de judíos en lugar de estrellas?"
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