Si hay una faceta en la que la religión extiende toda su
prepotente ignorancia es quizás en el tema de la medicina.
Así cuando un creyente enferma, tanto el afectado como sus piadosos
familiares despliegan rápidamente todo un conjunto de oraciones, rezos y
peticiones al más allá por la salud del interfecto sin entender que, en el caso
de existir esa todopoderosa deidad, sería más que evidente que en sus
inescrutables designios ha enviado él mismo la enfermedad. Así que ¿para qué
rezar?
Pero es más, los piadosos acuden también raudos al médico y
si es necesario al hospital a ponerse en manos de esa más que atea medicina
científica, inventada y desarrollada día a día para contravenir los deseos de
esas deidades que diseñaron tan inteligentemente esa miríada de patógenos o
esos más que increíbles cánceres, dolencias todas ellas que tan exquisitamente
nos producen sufrimiento, agonía y muerte de mil maneras, a cada cual de ellas
más horriblemente dolorosa.
Pero aún así los pobres descerebrados ruegan y ruegan a
Visnú, Alá o Iahvé para que cambie de opinión y deje al creyente vivir unos
años más en este supuesto valle de lágrimas, cosa que mi más que atea mente no
podrá nunca llegar a comprender, ya que si te espera la dicha eterna, colmado
de gozo por la presencia de angelitos o vírgenes núbiles (según sea la opción
religiosa) ¿a qué narices luchar contra la enfermedad y la muerte? cuanto antes
llegue, mayor será la dicha eterna. Pero es que además, acudir a la medicina
atea sólo puede enfadar a las siempre coléricas deidades por interponerse en
sus divinas decisiones y lo mismo uno acaba en el infierno por haber tomado
antibióticos o radioterapia.
Y ya lo de justificar la curación es el culmen de la imbécil
disociación mental a la que tan aficionados son las personas religiosas. Si el
médico diagnostica una infección y administra antibióticos o detecta un cáncer
y trata con quimio y radioterapia, el paciente religioso tras la curación dará las
gracias casi siempre a la magnanimidad de Visnú, Zeus o La Gran Serpiente
Emplumada como muy humorísticamente relata el siguiente video
y casi nunca reconocerá la vital contribución de esa
Medicina Científica, desarrollada por muchas de las mentes más brillantes que
ha dado la Humanidad, sin la cual estos pobres ignorantes llevarían ya tiempo
sirviendo de comida para los gusanos en el cementerio.
Quizás por ello los creyentes, aunque crean de boquilla,
ellos bien saben que no hay nada después de la muerte y por ello se agarran a
esta supuestamente miserable vida ya que en realidad es la única que tienen.
Porque si de verdad creyeran en su dios, confiarían a ciegas
y no habría necesidad alguna de hospitales y médicos para las personas
religiosas.
Buenísimo...
ResponderEliminar....para la salud, cómo la homeopatía y, tal vez, la acupuntura...¿O no?
Claro, un poco de penitencia por sus pecados que tanto le han afectado a la salud y ahora que pague por ellos...
Parece un chiste, pero es mejor que Tabarnia....jaja
Ahora sí sabes cómo convencer a la gente para que acuda más a los hospitales y farmacias y menos a los chamanes de turno.
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