España es un país más que peculiar, en donde los católicos
tienen tantos privilegios que hasta los enfrentamientos entre ellos se saldan
con un único damnificado: el bolsillo de todos los ciudadanos a través del
erario público.
Resulta que una "docente" de religión (si se
pudiera utilizar adecuadamente este prestigioso adjetivo a una persona que
dedica todos sus esfuerzos a destruir la mente de los más indefensos, los
niños, con esas malsanas y ofensivas estupideces sobre castigos eternos,
genocidios varios, relaciones incestuosas entre familiares y demás) perdió su más
que idiotizante trabajo por cometer el nefando doble pecado de casarse por lo
civil con un hombre ya divorciado, algo que sólo hubiera podido superar dentro
de la siempre particular "moral" católica si las nupcias hubieran
sido realizadas con una lesbiana divorciada. Y como era previsible, el obispo de
turno le retiró de manera más que fulminante la capacidad de seguir aborregando
niños, privilegio por otra parte que había recibido graciosamente a pesar de no
tener por cualificación docente más que el simple honor de ser una meapilas
adepta a las historias sobre gorrinos endemoniados y serpientes parlantes.
Pero hete aquí que nuestra católica intermitente (en clase
impartiendo sin pudor la doctrina oficial de la santa madre iglesia sobre la fidelidad
conyugal hasta que la muerte nos separe y luego en casa, a fornicar
pecaminosamente como coneja fuera del santo matrimonio cristiano, y lo mismo
utilizando encima el diabólico preservativo para no aumentar en demasía el
rebaño católico) decide que su despido es injusto y que ella a pesar de ser una
pecadora irredenta, condenada a las calderas de Pepe Botero por abandonar a su
santo, cristiano y único señor: su católico marido, quiere seguir engañando a
los niños con eso de que un dios benevolente hacia su rebaño cristiano es capaz
a la vez de diseñar inteligentemente miles de patógenos, virus y bacterias
capaces de producir infinito dolor y muertes más que horrendas para que los
sufridos, pero muchas veces díscolos monos sin pelo que en teoría señoreamos la
Tierra y también el Universo, no nos olvidemos quien manda de verdad y por tanto, decide
denunciar su más que procedente despido.
Y aquí viene el problema, porque a pesar de ser elegida por
nuestros talibanes obispos de la madre patria, quien contrata (eso sí, sin
capacidad de elección) y paga su sueldo sin rechistar es el estado español,
gracias a un más que milagroso concordato firmado por el rey absolutista de
Roma y un genocida gallego con voz de pito allá por el año de Maricastaña y que
nadie en esta pseudodemocracia de opereta ha sido capaz de cuestionar. Y claro, cuando el juez dictamina que hay que
readmitir en su más que ofensivo puesto de trabajo a la católica eschrödingeriana, porque como el famoso gato de la física es a la vez
católica y no católica, el "recto" obispo se niega una y otra vez
porque los principios están por encima de todo y al final los problemas serán
para el Ministerio de Educación. Y tras más de una década de litigios por los
diversos juzgados, un juez declara que la gata/no gata católica lleva la razón
y como no podía ser de otra manera, condena
al mencionado ministerio, y por extensión a todos los contribuyentes
españoles, porque al final se hace cargo la hacienda pública, al pago de los sueldos
no percibidos durante toda esa década y a la correspondiente multa.
En resumen, que las peleas entre católicos
las acabamos sufriendo y pagando todos los ciudadanos. Pero eso sí, no
protesten que lo mismo acaban ante otro juez acusados de ofensa a los
"sentimientos" religiosos y terminan en la cárcel, porque en España
no se juega con los seguidores de la casquivana zoofílica y su hijo, el que no dio
un palo al agua en su vida y se dedicaba a recorrer con sus amigotes (o algo
más) las resecas tierras palestinas, que con tanto sol parece ser que afectaban
y mucho la mollera de sus más que ignorantes habitantes.
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