Dentro del siempre más que disparatado mundo de la religión,
los católicos pueden optar de la manera más orgullosamente estúpida al título
de sumun de la irracionalidad.
Porque, sin necesidad de ser un premio Nobel, esa obsesiva
predisposición católica a multiplicar la reliquias hasta extremos disparatados,
no puede dejar a nadie impávido en su racional juicio.
Y si no tomemos como ejemplo esa más que insistente tendencia, rayana
con la psicopatología, a atesorar (cual síndrome de Diógenes) reliquias que
tienen los católicos.
Y quizás el ejemplo más paradigmático de esa enfermiza
debilidad mental cristiana sean los supuestos restos humanos de la más que
abyecta y cavernícola tradición de seccionar parte del aparato genital masculino
para "complacer" a una inexistente (y más que patética, en el caso de
existir) deidad de pastores de cabras de la Edad del Bronce.
Porque resulta que, agárrense racionalistas varios y seguidores
de otras absurdas deidades, que parece ser que según la "tradición"
católica el famoso niño dios, además de poseer naturaleza divina (mitad humana,
mitad ave celestial) era ya un superdotado sexual precoz.
Porque solo así se podría entender que existieran "evidencia"
cristiana de que ese pequeño colgajo de piel divina estuviera venerado a la vez
en innumerables santos lugares de la Cristiandad. A saber, primero en la abadía
de Charroux en Francia que guardaba la reliquia donada directamente por ¡ahí
nada! el mismísimo Carlomagno que aseguró haberla recibido de un ¡ángel
celestial¡, como se nota que hay quien tiene línea directa con el altísimo.
También la abadía de Coulombs, asimismo en Francia (inciso ¡qué
fijación parecen tener los católicos francos por los prepucios divinos) reivindicó
en la Edad Media estar en poder del Santo Colgajo.
Y por supuesto otros grandes lugares de la Cristiandad como
Amberes, la Basílica de San Juan de Letrán de Roma, la catedral de Santiago de
Compostela y la de Le Puy-en-Velay y las iglesias de Besançon y Metz en Francia
(quizás los franceses deberían hacérselo mirar, porque esa fijación por el pene
de un infante no puede ser nada sano) y la alemana Hildesheim y la italiana Calcata
han luchado durante siglos por el "honor" de ser receptoras de los
restos priápicos del famoso niño dios. Es más, tras las Cruzadas parece ser que
circulaban por Europa hasta 14 reliquias distintas identificadas como restos de
pene del pequeño bastardo judío.
¡No me digan que no es para reírse a mandíbula batiente por
esos pobres descerebrados meapilas, que peregrinaban leguas y leguas, por
peligrosos y sucios caminos hasta arrodillarse cuales deficientes mentales ante
un minúsculo colgajillo de carne putrefacta, para rendir demente
pleitesíay así conseguir que se obrase el milagro de sanarles las heridas, abscesos, pústulas y demás pestilencias que ahora sabemos que no
son resultado de la ira divina, sino del más que prosaico devenir evolutivo en
un mundo lleno de suciedad cristiana, porque asearse en esas cristianas tierras era sospechoso de
blasfemia musulmana y de obtener un billete solo de ida al más que terrorífico Averno Cristiano. ¡Donde ha ido el mundo y lo que hay que ver!
Creo que ya Juan de Valdés en el Renacimiento hacía un recuento de las relíquias censadas en esa época y no le salían las cuentas, por ejemplo de astillas de la cruz decía que podían hacerse más de 10 cruces.
ResponderEliminarCon respecto a la viñeta tengo que replicar algo. No es cierto que el prepucio no tenga ninguna utilidad, la tiene y mucha. Un amigo circuncidado me dijo que al tenerla sin funda, de tanto roce en la vida diaria se le ha ido insensibilizando y que le cuesta llegar al orgasmo.
pepito
ResponderEliminarTienes razón, en biología hay pocas cosas que no tengan una función.
Pues eso. ¿Para qué quiere un religioso un orgasmo?¿Para distraerse de la oración...?
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