España es un país en donde, de la manera más absurdamente irracional, los políticos se dedican a homenajear a estatuas de escayola, rindiendo los máximos honores a trozos de madera por los supuestos "servicios prestados".
De tal manera que más de 150 municipios españoles han concedido diversas medallas o el cargo honorífico de alcalde o alcaldesa perpetua al cristo de los faroles, a la virgen de la costanilla de arriba, a san apapurcio mártir o cualquier otro trozo de barro, madera o escayola vestido con ropajes dignos de una "drag queen" en pleno desfile del orgullo gay (eso sí, siempre que sea de la variante católica, que ya sabemos que sólo las tonterías del papa y sus secuaces son verdaderas), tal y como se muestra en el siguiente mapa.
Y aunque hay pueblos de toda España incluidos en esta lista de la estulticia más rampante, cuanto más al sur más papanatas católicos, será que el calor reblandece la sesera de los ediles patrios. Así entonces, las tierras murcianas o andaluzas rebosan de municipios que muestran orgullosos la imbecilidad católica más extrema.
Y aunque hay pueblos de toda España incluidos en esta lista de la estulticia más rampante, cuanto más al sur más papanatas católicos, será que el calor reblandece la sesera de los ediles patrios. Así entonces, las tierras murcianas o andaluzas rebosan de municipios que muestran orgullosos la imbecilidad católica más extrema.
Esta credibilidad estúpida permite que el Estado recaude dinero de todxs para mantener la holgura y la holganza de la iglesia católica, algo inaudito en los países de nuestro entorno. Una minoria de caraduras vive del trabajo del común seas o no creyente. Es una estafa con todas las letras
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