Una de las más grandes
contradicciones de las personas religiosas es que, aunque teóricamente ponen
sus vidas en manos de su todopoderoso salvador, luego corren raudos a la
medicina científica cuando tienen verdaderos problemas médicos.
Por eso, el que una
enfermera cristiana asegurara a sus pacientes que si rezaban antes de entrar en
quirófano tendrían más posibilidades de supervivencia no es más que la
muestra del más puro dislate porque, si tu dios te bendice con su todopoderoso
poder médico ¿qué necesidad tienes de que te opere el cáncer un médico, que lo
mismo es ateo y acaba enfadando a las siempre irascibles divinidades?
Y visto desde un punto de vista
racionalista, es además ofensivo para esos esforzados profesionales de la
medicina, que se han dejado media vida entre libros y experimentos, el pensar
que la sumisión a las alucinaciones de unos pobres pastores de cabras de la
Edad del Bronce van a marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso médico.
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