Millones de personas en el mundo tienen diferentes
supersticiones. Algunas están basadas en algún hecho de nuestro remoto pasado,
otras son simples coincidencias. Pero todas ellas demuestran que nuestro
cerebro tiende a asociar con demasiada facilidad y que en el fondo la mayoría
de las veces no pensamos de manera racional.
Si ya has tratado en tu blog el tema de cualquiera de los artículos que lees aquí, te animo a dejar en la sección de comentarios un enlace o URL que nos lleve hacia él, siempre y cuando no sea para hacer proselitismo de la superstición en cualquiera de sus variantes. Todos ganamos con el intercambio fomentando la discusión racional.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
En Argentina está publicado un excelente libro titulado "Las neuronas de Dios", escrito por Diego Golombeck, un hombre de ciencia que se ocupa, además, de difundirla en un programa de televisión y en libros. En ese libro se demuestra que será difícil la racionalización que deseamos, porque hay un sector de neuronas en nuestro cerebro que no nos lo hará fácil.
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