En este mundo depredador en donde todo tiene un precio
resulta que cuando se echan cuentas de verdad, sin esas tramposas
manipulaciones de los economistas neoliberales, resulta que lo más barato para
la sociedad es cubrir las necesidades básicas de los más desfavorecidos.
Economistas y políticos neoliberales repiten machaconamente
que la mejor forma de ahorrar en las maltrechas arcas públicas es abandonar
cualquier tipo de ayuda social, dejando que cada ciudadano sobreviva lo mejor
que pueda con sus propias fuerzas. Y este razonamiento, además de criminal,
resulta que es también un disparate económico y así lo han entendido en las
paradisiacas islas Hawái.
Allí un perspicaz senador del estado, que además es médico,
estuvo analizando el problema de la pobreza extrema, la de esos vagabundos que
viven en todas las ciudades del mundo desarrollado. Y observó que estas
personas que malviven prácticamente sin nada, resulta que sin embargo son una
costosísima carga para las arcas públicas.
Y cómo puede ser eso se preguntarán ustedes, porque estos
pobres parias de la sociedad moderna no necesitan nada ya que viven en la
calle, comen desperdicios y se visten con harapos. Pues precisamente por eso
mismo, estos pobres desheredados entre los desheredados sufren de multitud de
enfermedades de todo tipo. Y como el sistema no ha llegado hasta el punto de
dejar morir en la calle como a perros a estos pobres desechos humanos (cosa que
si seguimos así llegará a ocurrir más pronto que tarde), pues cuando uno de
ellos está tan evidentemente enfermo que hasta esos ciudadanos normales y
corrientes que habitualmente ni les vemos le remuerde la conciencia, llama con
su flamante smartphone a los servicios de emergencia y se pone en marcha un
costosísimo dispositivo de ambulancia, atención médica en la calle, ingreso por
urgencias y varios días o semanas de hospitalización. Proceso que nuestro más
que inteligente mezcla de político y médico ha observado que puede salir por la
friolera de varias decenas de miles de dólares cada vez que se pone en marcha.
Y lo más llamativo del caso es que este dinero gastado sirve
para poco más que para prolongar el sufrimiento y la agonía del sujeto, puesto
que en cuanto el vagabundo obtiene el alta médica, vuelve a su miserable vida y
por tanto, a convivir con el frio, la lluvia, la comida en mal estado y todo
tipo de patógenos que se ceban sobre sus maltrechas carnes. De tal manera que no
es infrecuente que en pocas semanas o meses este más que deteriorado y pobre despojo
humano vuelva a necesitar otra vez intensivos cuidados médicos.
Así, nuestro sagaz senador hawaiano ha estudiado el caso de un pobre vagabundo que en poco más de 4
años ha tenido que ser hospitalizado 21 veces por diversas dolencias. Y por
supuesto en ninguna de las ocasiones el pobre desgraciado pagó nada de una
factura que ya asciende a varios cientos de miles de dólares, por lo que el
estado insular tuvo que hacerse cargo de los gastos. El mencionado político ha indicado
que su caso no es excepcional, sino que un
grupo relativamente pequeño de vagabundos con la salud muy deteriorada necesitan de media atención
médica por valor 120.000 dólares al año, dinero que por supuesto es pagado religiosamente con los impuestos del
resto de los ciudadanos.
Por ello y teniendo en cuenta que el gasto de mantener a un
vagabundo en un centro de acogida es de unos 18.000 dólares al año, este
médico ha presentado un propuesta de ley para que en Hawái a los vagabundos
se les considere enfermos crónicos y puedan ser ingresados en residencias
especializadas, en donde además de tener una mejor vida encima ahorrarán un
montón de dinero público proveniente de los contribuyentes norteamericanos.
En resumen, que los servicios y ayudas sociales no sólo no
son un despilfarro sino que, además de un acto de humanidad con los más
desfavorecidos, son un buen negocio para la sociedad.
[Estampida]: Y si se destinara algo más, probablemente algunos de ellos podrían volver a ser miembros activos de la sociedad y, por tanto, devolver a las arcas parte de esa ayuda que se le ha dado. Pero claro, ¿a quién le interesan unos vagabundos?. ¿Qué partido político ganaría votos con eso?. Hay que renovar el sistema político o nos vamos a ir a la mierda.
ResponderEliminarY aunque se les dejara morir en las calles eso seguiría suponiendo un gran coste por todas las enfermedades que podría causar por la falta de higiene, sería como volver a los tiempos de la peste negra, donde las enfermedades se propagaban y mataban a todo el mundo por falta de un cuidado público de las ciudades.
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