Una persona acude a una tienda de
electrodomésticos a comprar un microondas. El vendedor le indica que hay uno
muy bueno de oferta, un microondas “alternativo” que funciona sin energía. Por
ello el comerciante explica al futuro comprador que si adquiere este novedoso
equipo se podrá ahorrar cientos o incluso miles de euros en su factura
eléctrica durante los años o décadas que use el mencionado electrodoméstico. El
consumidor finalmente queda convencido y compra el aparato.
Cuando nuestro protagonista
vuelve a casa, desembala el flamante electrodoméstico y al intentar usarlo observa
con desesperación que no calienta ni cara al viento. Receloso por eso de que no
necesita energía desmonta ese “microondas alternativo” y observa con
perplejidad que la carcasa está vacía, que el electrodoméstico carece de
transformador, resistencia, condensador y el resto de componentes habituales
que permiten que un microondas convencional pueda realizar su función.
Nuestro ahora desesperado consumidor entra en internet y
encuentra a un defensor de estos microondas alternativos que dice que estos
equipos por supuesto que funcionan, ya que él mismo, un individuo que vive en
los Emiratos Árabes, ha colocado el suyo en la zona más soleada de su cocina y
que todos los días que no amanecen nublados, entre las 12h y las 13h solares
él puede meter un taza de agua y al rato de estar “funcionando” el microondas
alternativo el líquido de la taza sale bastante tibio, por supuesto a mayor
temperatura de la que tenía al principio del proceso.
Cuando nuestro protagonista, ya totalmente escarmentado, indica al defensor de los microondas alternativos que su argumento no demuestra para nada que el equipo funcione, ya que el ligero aumento de temperatura del agua es debido al efecto espurio de la radiación solar incidente sobre la taza, el defensor de esta nueva tecnología alternativa acaba acusando a nuestro protagonista de ser un cientifista al servicio de las multinacionales de la maquinaria y que bien haría en abrir su mente ante este nuevo y maravilloso “conocimiento” que ha revolucionado la industria.
P.D.
Cuando nuestro protagonista, ya totalmente escarmentado, indica al defensor de los microondas alternativos que su argumento no demuestra para nada que el equipo funcione, ya que el ligero aumento de temperatura del agua es debido al efecto espurio de la radiación solar incidente sobre la taza, el defensor de esta nueva tecnología alternativa acaba acusando a nuestro protagonista de ser un cientifista al servicio de las multinacionales de la maquinaria y que bien haría en abrir su mente ante este nuevo y maravilloso “conocimiento” que ha revolucionado la industria.
P.D.
Especialmente dedicado al lector “Zorbete” con el que tenido
una reciente discusión sobre homeopatía en el blog “La Ciencia y sus Demonios”.
Pobre Zorbete, se gastará una cifra en 'medicamentos'. Que digo yo, ¿no será necesario llevarlos al punto Sigre para reciclar verdad? Porque sería el colmo...
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