Uno de los principales argumentos de las personas religiosas
es que debemos no sólo respetar sus creencias, sino que además también debemos
caer rendidos y hasta extasiados ante su supremo argumento: ellos sienten a su dios y
muchas veces además conversan con él.
En este mundo se da una más que curiosa paradoja. Por una
parte si tu vecino te comenta en el portal de tu domicilio que siente la
presencia de las hadas, muy seguramente a lo más que puede optar es a recibir
una cortés pero más que forzada sonrisa de asombro aún cuando sus comentarios
le acaben convirtiendo en el hazmerreír de las juntas de propietarios; si tu
hijo te asegura muy seriamente que los libros de Harry Potter son su guía moral
sobre los que se apoya en su comportamiento diario te preocupas sobremanera y
si al pasar la pubertad no abandona tan estúpido comportamiento muy seguramente
acabarás decidiendo llevarle a un psicólogo o incluso a un psiquiatra, puesto
que es más que evidente que algo se ha parado o se ha roto durante su
desarrollo intelectual; si en una reunión tu jefe asegura con rotundidad que
toma sus decisiones bajo el consejo de los espíritus del más allá empiezas como
loco a enviar currículos a troche y moche no sea que la más que segura debacle
empresarial te deje en el paro y sin haber cobrado los últimos tres sueldos.
Sin embargo, si esas mismas personas indican que sienten la
presencia de dios, que esa Biblia llena de asesinatos y genocidios de pobres
inocentes les guía en su comportamiento diario o si toman decisiones bajo la
atenta mirada de la zarza ardiente se produce un más que increíble milagro,
puesto que el demente declarado deja no sólo de ser considerado un pobre
enfermo mental sino que alcanza un estatus superior que le puede llevar a las
más altas cotas de reconocimiento familiar y social.
Ese es el gran peligro de la religión, que convierte a
simples desequilibrados necesitados de tutela judicial y tratamiento médico especializado
en ejemplos paradigmáticos de una sociedad que en realidad está podrida hasta
la médula.
Hey, Ateo666666 podrias proporcionarme tu nombre estoy escribiendo acerca de ti? (algo positivo, así que no te presurosos) proporcioname tu nombre y apellido en cuanto puedas, ¿gracias!
ResponderEliminarAlejandro
ResponderEliminarEn los dos blogs que escribo habitualmente: "La Ciencia y sus Demonios" y "Diario de un ateo" soy muy crítico con todas las supersticiones. Y por tanto a lo largo de los años he recibido numerosos insultos y amenazas varias, algunas de ellas incluso de muerte. Aunque intuyo que la mayoría son simples bravuconadas o desahogos cibernéticos de pobres patanes sin argumentos, algunas provenientes de fanáticos religiosos de distinto signo me han causado cierta inquietud a la vista de lo dementes que pueden ser algunos elegidos por la gracia divina. Es por ello que escribo bajo pseudónimo, llámame cobarde si quieres pero en este mundo interconectado (en donde cualquiera con unas mínimas habilidades cibernéticas puede saber más de ti que tu propia madre) quiero poder seguir paseando tranquilamente por mi ciudad sin hacer caso a las más que delictivas amenazas que recibo de vez en cuando. Es por ello que aunque tus intenciones sean buenas, una vez que mi nombre real se asocie con mi perfil de internet quedaría expuesto a los mencionados individuos.
Ricardo
ResponderEliminardesde hace tiempo tengo un blog imagen en Wordpress para esa eventualidad. Y la verdad es que de la web profunda no se nada de nada, pero no es mala idea. A ver si un día me animo a indagar como se hace.
Con respecto a lo de imprimir veré si blogger tiene algún modo de hacerlo, aunque me resulta curioso eso de imprimir, ya que pensaba que en la actualidad nadie lo hacía simplemente lo redirigía a traves de esas redes sociales de las que yo tampoco tengo mucha idea.