Después de los terribles atentados de Bruselas el habitual
coro de creadores de opinión, tertulianos filofascistas y políticos más o menos
extremistas de la siempre recalcitrante derecha han alzado sus voces indignados
exigiendo medidas contundentes para terminar de una vez por todas con el
sanguinario terrorismo yihadista que desde el famoso 11S lleva azotando a
Occidente y sin embargo nadie parece darse cuenta de la verdadera dimensión del
problema.
Parece ya una tradición política, que tras una masacre
yihadista como las de New York, Madrid, Londres o Paris, ya que todos sabemos
que los muertos (infinitamente mayores en número) de los cientos de atentados
de fanáticos musulmanes realizados día sí y día también en África o Asia no
tienen valor alguno, que todos los biempensantes del mundo
"civilizado" se rasguen las vestiduras y realicen pomposas y vacuas
declaraciones sobre los valores de Occidente y la necesidad de acabar para
siempre con esos fanáticos musulmanes ansiosos por llegar cuanto al paraiso en
donde les esperan decenas de vírgenes complacientes. Y luego por supuesto todo
sigue igual hasta el siguiente y más sanguinario acto terrorista.
¿Y esto a que es debido? Pues a la propia naturaleza y
esencia del fanatismo yihadista. No hace falta ser un experto en geopolítica y
servicios secretos para saber que desde sus ya más que lejanos inicios el
yihadismo actual es un invento de Occidente, fabricado por los estrategas
estadounidenses para devolver con la misma moneda al ya extinto Imperio Soviético
y convertir la invasión de Afganistán por parte del Ejército Rojo en su Vietnam
particular. Para ello reclutaron al después famosísimo Bin Laden y sus secuaces
a los que entrenaron y financiaron más que generosamente a través de la siempre
presente teocracia de Arabia Saudí. Y lo que pasó es que no se puede alimentar
y hacer crecer al dragón indefinidamente y pensar que se le va a mantener
siempre bajo control, como si fuera un simple gatito.
Acabado el mal comunista, la caja de Pandora yihadista ya no pudo volver a ser guardada. Y los monstruos tan concienzudamente liberados se dieron cuenta de que EEUU era tan impío, perverso y hereje como la Rusia comunista y así se llegó al famoso 11S, en donde el fanatismo wahabita saudí perpetró un ataque que en condiciones normales hubiera significado la guerra total contra el régimen alauita. Pero sin embargo, qué poderoso caballero es Don Dinero, ya en lugar de que el ejército estadounidense hubiera arrasado Medina, La Meca y demás ciudades y pueblos saudíes hasta no dejar más que el inmenso desierto arrasado para varias generaciones, el Imperio Americano se ha dedicado todos estos años a atacar a otros regímenes menos amigos con la excusa de que ellos son los verdaderos terroristas talibanes (si no fuera porque Corea del Norte dispone de armamento nuclear hace ya años que hubiéramos "descubierto" que la dinastía norcoreana no es comunista sino que adora en secreto a Mahoma).
Acabado el mal comunista, la caja de Pandora yihadista ya no pudo volver a ser guardada. Y los monstruos tan concienzudamente liberados se dieron cuenta de que EEUU era tan impío, perverso y hereje como la Rusia comunista y así se llegó al famoso 11S, en donde el fanatismo wahabita saudí perpetró un ataque que en condiciones normales hubiera significado la guerra total contra el régimen alauita. Pero sin embargo, qué poderoso caballero es Don Dinero, ya en lugar de que el ejército estadounidense hubiera arrasado Medina, La Meca y demás ciudades y pueblos saudíes hasta no dejar más que el inmenso desierto arrasado para varias generaciones, el Imperio Americano se ha dedicado todos estos años a atacar a otros regímenes menos amigos con la excusa de que ellos son los verdaderos terroristas talibanes (si no fuera porque Corea del Norte dispone de armamento nuclear hace ya años que hubiéramos "descubierto" que la dinastía norcoreana no es comunista sino que adora en secreto a Mahoma).
Y mientras tanto Arabia Saudí ha hecho y deshecho a su antojo, llevando
su ortodoxia wahabita a todo el mundo a través de sus dementes embajadores
talibanes. Por tanto si nuestros políticos occidentales quieren acabar de una
vez con el terrorismo yihadista lo tienen más que fácil siempre y cuando quisieran asumir el fondo del problema: la
teocracia terrorista de Arabia Saudí. Porque si se quiere acabar con el
yihadismo habría que cerrar las embajadas saudíes en Occidente y romper
relaciones diplomáticas con esa teocracia medieval. Y por supuesto prohibir
todo intercambio comercial con esos fanáticos empezando por supuesto por el
petróleo y sobre todo dejar de venderles armas y municiones a estos talibanes.
Pero claro como son inmensamente ricos nadie quiere perderse parte del pastel y
así estaremos, tropezando con la misma piedra una y otra vez mientras la sangre
de inocentes (cristianos, musulmanes, ateos o budistas) sigue regando la tierra
para que algunos mantengan su cuenta de beneficios.
Las palabras adecuadas par explicar el fenomeno que ha creado Occidente y que ahora se lamenta o no?
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