Muy probablemente la principal característica de la ciencia,
que suele pasar desapercibida para el conjunto de la ciudadanía, es su
naturaleza colectiva y hasta global, hecho que trasciende incluso a los
integrantes de la misma: los investigadores.
Uno de los argumentos más comúnmente utilizados en cualquier
discusión por esa variada pléyade de anticientíficos (religiosos,
negacionistas, antivacunas, etc.), siempre dispuestos en la vida cotidiana o
cibernética a cuestionar cuando no a refutar el conocimiento científico, es el
uso predominante que dan a esos escasos investigadores que pueden compartir o
apoyar sus tesis. Así los creyentes siempre utilizan el argumento de que
Galileo o Newton eran piadosos cristianos, los antivacunas citan como
referencia al famoso Dr.
Wakefield, los defensores de las más disparatadas medicinas holísticas
siempre tienen a mano la opinión de tal o cual médico o investigador para defender
que el nuevo o viejo “procedimiento” alternativo es capaz de curar todas las
enfermedades, desde el simple resfriado a los más variados tipos de cánceres.
Y lo que olvidan todas estas personas es que el conocimiento
científico es una labor colectiva en la que cada investigador es como una
simple y humilde hormiga. Las hormigas, seres dotados por la Naturaleza nada
más que con un par de instintos y un cerebro más que diminuto, cuando trabajan
coordinadamente son capaces de la proeza tecnológica de fabricar un gigantesco complejo
de túneles y cámaras que regulan la temperatura y la humedad del hormiguero en
su conjunto y lo convierten en una eficiente instalación agropecuaria que no
desmerece para nada cuando se le compara con granjas o plantaciones humanas.
Poco importa que algunas hormigas se despisten, se pierdan o mueran, el
hormiguero como entidad colectiva trasciende las más que evidentes limitaciones
de las humildes hormigas.
Pues esto mismo se puede aplicar a la ciencia, no importa
que un científico crea en Alá o Zeus, practique la astrología o el reiki, vea
duendes o se cure el resfriado con homeopatía, es el hecho de que cientos (cuando
no miles) de investigadores repartidos por todo el mundo se enfrenten al mismo
problema, intenten comprender el mismo proceso natural o se empeñen en fabricar
una nueva herramienta, cada uno de ellos por supuesto con su particular
abordaje y poniendo a prueba su ingenio y su tesón, lo que hace verdaderamente
poderosa a la ciencia. Por el camino muchos de ellos se equivocarán y fracasarán,
otros incluso retrocederán pero al final los esfuerzos coordinados de todos
ellos repetirán la proeza de añadir un nuevo descubrimiento o una nueva
invención a ese ya casi inabarcable e inimaginable hormiguero que es el actual
conocimiento científico.
Excelente la metáfora? alegoría? (No soy muy ducha con esas clasificaciones)
ResponderEliminarGenial, muy bien explicado
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