Dentro del particular infantilismo que implica
el sostener que un ser todopoderoso está pendiente de todos los mezquinos
deseos de unos pobres primates bípedos, una de las situaciones más absurdamente
patéticas quizás sea cuando grupos enfrentados de creyentes piden ayuda al mismo
dios para poder asesinar y masacrar a los contrarios.
Así la Historia de las naciones
católicas está repleta de celebraciones en las que los descerebrados de turno
agradecen con demente arrogancia a ese supuesto dios pacífico y bondadoso el haberlos ayudado a
matar y exterminar, la mayoría de las veces con terrible saña y violencia, a
otros también piadosos católicos. Españoles, franceses, italianos, portugueses,
habitantes de las más diversas naciones latinoamericanas y demás verdaderos católicos
llevan siglos dando las gracias al mismo dios por haber podido asesinar,
violar, destruir, quemar y demás locuras sólo comprensibles dentro del
fanatismo más terrible a personas en principio tan fanáticamente católicas como
ellos mismos.
Si no fuera por la terrible significado
de estas procesiones, misas mayores, Te Deums y demás celebraciones
eclesiásticas al servicio y justificación de la más incompresible y desaforada violencia
patria es del todo risible ver a esos catetos y sumisos cristianos dando loas a
su creador por haber permitido a los franceses ganar a los ingleses, la independencia de España de sus
colonias ultramarinas, la victoria de los italianos frente a los austriacos
en la batalla de Nosequé, la conquista de un pueblo de Bélgica por las tropas
francesas en el siglo XVIII, y el resto de sangrientas efemérides que año tras
a año y en todo pueblo y lugar los impostores católicos siguen festejando como
muestra de que ese único dios de toda la humanidad es capaz de ayudarnos a
violar a las mujeres del país vecino, arrasar sus pueblos y exterminar a sus
hijos para que sólo los verdaderos católicos (es decir, nosotros) puedan llevar
esa bonita palabra de misericordia, paciencia, humildad y perdón a todas partes
del globo aún a costa del sufrimiento y exterminio del resto de seres humanos.
Pero eso sí, repitan conmigo "dios (el católico, el único, por supuesto)
es amor".
Saludos.
ResponderEliminarHe leído varias de tus publicaciones, me gusto leer estas y también aprendí. Sigue publicando.
Robinson