Después de observar entre sorprendido y atónito que la derecha
nazionalcatólica española ha convertido la cabalgata de Reyes de Madrid casi en
el causante del más que inminente Apocalipsis bíblico no tengo más remedio que informar
a los encolerizados cristianos de una noticia impactante a la vez que vital
para sus creencias.
Queridos indignados cristianos, a pesar de vuestras
opiniones sobre el aspecto que deberían tener los actores que encarnan a los
Reyes Magos tengo que revelaros una verdad absolutamente descorazonadora para
vosotros que quizás os traumatice aún más, pero como sois adultos (eso sí aunque de luces hayáis demostrado
sobradamente que andáis muy, pero que muy cortos) tenéis que afrontar de una vez
por todas la quizás terrible, pero no por ello menos verídica realidad: Los
Reyes Magos no fueron 2, 3 o 333, es más ni siquiera fueron ni reyes, ni tampoco magos, ya
que ¡contened la respiración y apretaros las manos, sí ya sé que va a ser muy
duro! NUNCA, NUNCA, JAMÁS existieron. Son otro de los innumerables cuentos
para deficientes mentales con los que os han alineado y corrompido la mente hasta
destruir de manera, parece que irreversible, vuestro magnifico cerebro ahora
totalmente inservible.
Así que por favor, dejaros ya de bobadas sobre si iban
vestidos así o asá, si eran hombres o mujeres, si llevaban oro o carbón y demás
estupideces, abandonar ese infantilismo perpetuo que os absorbe y os paraliza y empezar de una vez a madurar (si podéis) un poquito ¡Que ya es hora!.
P.D.
Aunque bien pensado no deberíais ahora sorprenderos, ya que
es cierto que alguna pista habéis tenido en el pasado con el anterior alcalde
de Madrid, vestido de Rey Mago travestido cual putón de la Fiesta del Orgullo
Gay con sus plumitas, su boquita de piñón pintada de rojo pasión y su mirada más que picaruela ¡Hay ladrón! que a más de un curtido gay le habrás robado el corazón con esa pose.
· "NUNCA, NUNCA, JAMÁS existieron"
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Pero... ¿Es necesario que las cosas existan para que tengan significado, y merezcan ser respetadas?
Por ejemplo, el significado laico que más me fascina de este invento ficcionado por un evangelista y acrecentado en el tiempo instaurandose como tradicción, en relación a la infancia es este:
Un modo de experenciar ilusión, experenciar el ingenuo sentido de darse algo que cae del cielo por el hecho simple y gratuito de existir y ser amado, experenciar el significado de estar en una realidad ilusionante y que enigmáticamente se te presentaba como donadora de regalo, de amor gratuito. Ese conocimiento perdido, los adultos, tratan de recuperarlo en los ojos del niño inocente e ilusionado. Ese es el sentido laico de la fiesta de reyes que más me fascina. Me fascina ver que se ilusionan más los adultos que los niños reviviendo la ilusión perdida desde la mirada ilusionante del niño. Yo creo que el regalo al niño lo hacemos los adultos, disfrazandonos de reyes ficticios, para revivir la experiencia infantil de la existencia.
Esa experiencia no es mentira,se utiliza una historia falsa para revivirla, pero aunque la historia es falsa, la experiencia que esa historia reporta es muy real, lo noto en las caras, en los rostros, en los nervios, en las miradas... Lo que es mentira es que lo que ocasiona esa experiencia sea lo que se dice que es de manera literal. Pero creo que hay que saber leer la gramatica que la realidad nos da desde los simbolos que inventamos. Yo creo que esa experiencia no es verdad, ni es mentira, simplemente es, se da, se experimenta, y nos constituye; como infinitas otras.
También creo que Jesus (el loco enegendrado por una paloma en una virgen semita) tenía razón cuando decía: "dejad que los niños se acerquen a mí"... ¡Y se lo pongo a huevo para que pueda burlarse de la pederastia implícita del loco judio!
Un saludo.
Enric
ResponderEliminarEn una sociedad democrática y desarrollada existen multitud de maneras de enseñar, educar y transmitir ilusión y valores sin necesidad de acudir a los mitos, por otra parte sexistas, discriminadores, fanáticos, supersticiosos, irracionales, manipuladores y muchas veces destructores del raciocinio de los niños, como son los cristianos.