Uno de los grandes enigmas del sistema judicial es que
mientras cualquier comentario despectivo contra la religión puede acabar con el
acusado en la cárcel porque casi todos los países tienen leyes contra la
blasfemia, la situación contraria nunca se produce, de tal manera que los
creyentes, apoyados en sus privilegios pueden insultar, denigrar, perseguir y
delinquir prácticamente sin ninguna cortapisa siempre que lo hagan en defensa
de sus creencias, por más absurdas que estas sean.
Pero de vez en cuando la justicia hace un poco de su trabajo
como en el caso del reverendo
Scott Lively. Este fanático religioso lleva décadas pontificando sobre los
recurrentes demonios del cristianismo: aborto, divorcio, relaciones
prematrimoniales y ese largo etcétera de pecados inventados por unos
analfabetos pastores de cabras de milenios pasados, con especial atención a la "maldad"
de la homosexualidad. Inciso, ¿porqué esa fijación con el mundo gay cuando los
datos indican que el sacerdocio está plagado de homosexuales reprimidos?
Respecto a su fijación con el mundo homosexual, y como en
EEUU no se han aprobado las "leyes" que este demente considera
adecuadas para tratar el tema, se ha dedicado a recorrer medio mundo para
presionar a otros gobiernos más influenciables (sobre todo del Tercer Mundo) acerca
de la imperiosa necesidad de erradicar (nunca mejor dicho) a los sodomitas,
inventando para ello cruentas historias de raptos de menores y posteriores violaciones
en grupo a cargo de esos siempre nefandos pecadores y comparándolos con los
nazis.
Como ven además de fanático este individuo es ignorantemente ofensivo hasta la médula,
porque si por algo se caracterizaron los nazis fue por su persecución implacable de la homosexualidad, terminando varios miles de ellos en los campos
de exterminio en donde fueron masacrados como el resto de las víctimas del
holocausto nazi.
Tal ha sido la constante fijación de este individuo que al
final sus fanáticos esfuerzos dieron resultado en Uganda, una de los países más
atrasados del terrible Tercer Mundo, que aprobó una
ley de represión de la homosexualidad que inicialmente castigaba a los infractores con la pena de muerte, pero
que después se "suavizó" y los sodomitas "solo" podían ser
condenados a cadena perpetua. Menos mal que el año pasado el Tribunal
Constitucional del país la consideró ilegal, aunque el gobierno ha apelado la
decisión.
Pues bien, diferentes organizaciones de gays africanas
consideraron que el papel jugado por este piadoso fanático era constitutivo de
delito y le denunciaron ante los tribunales por crímenes contra la humanidad
por sus reincidentes intentos de exterminar a todo un colectivo.
Y recientemente
la
corte penal encargada del caso ha aceptado juzgar a este fanático criminal.
Ahora sólo falta esperar que este demente inductor al genocidio sea declarado
culpable y sirva de escarmiento para todos aquellos fanáticos que dedican sus
vidas a perseguir, insultar y humillar a aquellos otros seres humanos que no ha
sido tocados por la demente imbecilidad religiosa.
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