Aunque los creyentes afirman que sus dioses son entidades
externas y autónomas, la antropología y la neurociencia sin embargo tienen una explicación
mucho más sencilla (y por supuesto mucho más plausible) acerca de donde provienen en realidad los entes espirituales.
Durante más de un siglo los antropólogos han documentado
ampliamente la importancia del sueño como una fuente primaria para las ideas y
prácticas de los pueblos tradicionales de todo el mundo. Así,
en muchas sociedades tradicionales los sueños son considerados una evidencia
directa y vivencial de un reino espiritual y estos pueblos interpretan sus
sueños como una prueba de que el alma del soñador deambula fuera del propio cuerpo
y se relaciona con dioses y seres espirituales del mundo supernatural: los jíbaros
consideran que los sueños están habitados por seres espirituales que suelen convertirse
en el foco de sus historias y sus rituales sagrados; las tradiciones de los
mayas indican que los sueños son comunicaciones directas de antepasados
sagrados; los tikopia
de la Polinesia también ven muchos sueños como una comunicación directa de los
seres espirituales con el individuo soñador, etc.
Además desde hace mucho tiempo los investigadores saben que
interrupciones del sueño implican la pérdida de la rutina de fases REM y no REM,
esta falta de sueño lleva al individuo en cuestión a tener microsueños REM durante el día (lo que comúnmente se
llama echar cabezaditas), así como estados de ensueño y síntomas disociativos. Eventos todos ellos que
pueden llegar a producir alucinaciones
hipnagógicas: auditivas, visuales o táctiles. También se sabe que la ruptura del sueño REM contribuye a aumentar los
síntomas y los estados delirantes en pacientes de esquizofrenia. Es también
llamativo que los delirios religiosos son más frecuentes entre pacientes
esquizofrénicos en comparación con la población en general.
Entonces en
resumen, si sumamos individuos con ciertos problemas psicológicos más un poco
de privación de sueño, proceso bastante habitual en casi todas las comunidades
religiosas ya que tienden a considerar el sueño como una fuente de indolencia por
donde siempre acecha el Maligno, es fácil entender cómo se generan con relativa
facilidad esas tan famosas experiencias místicas entre los individuos más susceptibles, esos que luego
son entronizados como mediadores de la divinidad por parte de los siempre
crédulos miembros del rebaño religioso.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta la neurociencia de la fe religiosa, espero que este campo siga avanzando a buen ritmo. Quizás tengamos a las puertas la vacuna contra estas estupidizantes supercherías.
ResponderEliminarLo llevas tu claro,no se quieren poner la vacuna contra la difteria y se van a poner la anti religión...
EliminarBueno, déjame soñar al menos XD.
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