El problema con
la moral revelada cristiana es que al ser inmutable e innegociable acaba muchas
veces llevando a un callejón sin salida al piadoso creyente que se termina
convirtiendo en un ser de lo más abyecto.
Porque
fijémonos en el matrimonio, todas las parejas que se casan comparten ilusionados sus votos de amor y fidelidad eternos, pero luego muchas veces la condición
humana convierte esos bellos deseos en inalcanzables. Y si las personas son
seres mínimamente racionales, pues el problema se puede solucionar con un divorcio más o menos traumático, de tal manera que al
final los interesados puedan pasar página y rehacer sus vidas. Pero ¿qué pasa
con los verdaderos creyentes, esos que están alucinadamente convencidos de la
sagrada indisolubilidad del matrimonio canónico? Pues que pueden acabar como
nuestro protagonista de hoy, un pastor baptista del profundo Sur
estadounidense.
El reverendo en
cuestión estaba cristianamente casado con su pareja, una mujer como mandan los
cánones cristianos, pero hete ahí que el diablo debía de andar por medio porque
nuestro sacerdote acabó teniendo no uno sino dos amantes homosexuales, así que
imaginen el lío tanto sentimental como teológico. Pues bien, parece que el
reverendo se enamoró tan perdidamente de esos machos que le daban lo que no
podía su santa y cristiana esposa, pues terminó hablando de irse a vivir juntos
(no se sabe si por separado o ya directamente formando un trío supergay ¡total,
ya de perdidos al río!), pero claro, entre ellos se alzaba la férrea moral
cristiana, de tal manera que el desviado pastor comentó a sus amantes en diversos
mensajes de correo electrónico que
"Tengo un contrato legal matrimonial. Para mí no es aceptable disolver y abandonar cosas que son importantes como mi trabajo y mis hijos. Sólo hay una manera de que pudiera quedar jurídicamente "soltero" y tengo que esperar hasta que Dios me conceda ese don. Vendrá; la mujer con la que yo vivo se está matando lentamente a sí misma, ella es diabética y se niega a cuidar físicamente de sí. Su madre murió también pronto con la misma enfermedad ya que hizo lo mismo con su cuerpo. Así que pido y espero. Sucederá en el tiempo de Dios"
Aparte de que no se entiende que este curita tenga tantos miramientos y moralidad para no divorciarse, cuando está manteniendo pecaminosas ¡qué digo pecaminosas! ¡horrendas y nefandas relaciones que le van a llevar directamente al infierno para toda la eternidad!, se puede observar la terrible bajeza y podredumbre de alguien que supuestamente es uno de los máximos exponentes en el mundo de la integridad ética y moral: suspirar cobardemente día tras día para que su mujer se muera delante de sus narices, sin hacer nada para evitarlo, sin intentar convencerla que no tratarse la diabetes la va a acabar matando.
Y por lo que se ve, ese siempre bondadoso y
atento dios acabó por tener en cuenta las plegarias de su representante en la
Tierra, es lo que tiene tener línea directa con el jefe, y al final la pobre
mujer acabó muriendo. Aunque el asunto no parece estar del todo claro y
ahora el muy pecador reverendo está siendo investigado por la policía por esa
tan oportuna pero sospechosa muerte.
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