La locura religiosa es la vertiente humana en la que no sólo
se tolera la más cruda discapacidad mental, sino que por el contrario ésta se
puede convertir en un comportamiento socialmente aceptado y hasta ansiado. Y el
problema es que no sólo afecta al individuo en cuestión sino que también
infecta al resto del tejido social.
¿Se imaginan que un pobre individuo, de esos que piensa que
estamos siendo dominados por seres extraterrestres de naturaleza reptiliana intentara
conseguir cualquier tipo de apoyo público en la escuela, los juzgados, etc.?
Muy seguramente, si el pobre individu@ acabara poniéndose impertinente, además
de cosechar el mayor de los ridículos, terminaría siendo internado en una
institución mental por su propia seguridad y para tranquilidad del resto de los
ciudadanos que no tienen porqué aguantar las estupideces de los demás.
Pues bien, cuando ese inventado extraterrestre adopta la
forma de una zarza ardiente o de una paloma sideral se produce todo un increíble
milagro: el demente en cuestión deja de ser un patético y risible hombrecillo para
convertirse ¡misterios divinos! en un individuo que debe ser exquisitamente
tratado y que en numerosas ocasiones acaba teniendo a su disposición todos los resortes
de una democracia moderna para dejarse llevar por sus más que evidentes delirios psiquiátricos.
Y el último caso nos llega, como no, de los muy particulares
EEUU en donde una verdadera cristiana, de esas literalistas bíblicas que muy
probablemente no han leído en toda su vida nada más que la sarta de historietas
del bestseller intemporal de la narrativa de ficción, libro que cuenta las fantásticas
aventuras de ese Harry Potter del siglo I DC capaz de convertir el agua en vino
(para solaz de los más borrachos pastores de cabras de Judea) y que enviaba al
suicidio colectivo a inocentes piaras de cerdos, ha sobrepasado todos los
límites de la realidad y se encuentra viviendo en un mundo más alucinógeno que
el de gato de Cheshire y el Conejo Blanco, ese que siempre llegaba tarde a su
destino. Por cierto, que judíos tan diferentes a los actuales poblaban el
Israel bíblico, que más bien parecían sibaritas hispanos por su inveterada afición
al vino y al jamón del bueno.
Así nuestra cristianísima jubilada, harta ya de la
"abominación de la homosexualidad" ha decidido tomar cartas en el
asunto y se ha plantado en un juzgado del perdido estado norteamericano de
Nebraska (es lo que tienen los fríos siberianos, que acaban afectando no sólo
al cuerpo sino también al intelecto de las personas mayores) para demandar a
"todos los homosexuales del planeta por violar las leyes civiles". La
fanática cristiana ha escrito en su demanda que
"Yo sostengo que la homosexualidad es un pecado y que ellos, los homosexuales, saben que viven una vida de pecado. ¿Por qué más podrían estar escondiéndose en un closet?”
A ver estimada demente, quizás los homosexuales no salen del
armario porque muy justificadamente tienen miedo que usted o su marido o
cualquier otro patán destripaterrones de Nebraska coja su flamante fusil
automático (ese que le permite poseer la Primer Enmienda de su Constitución) y se lien a tiro limpio con todo "pecaminoso" gay que se encuentre a su
paso.
Y en su escrito la alucinada cristiana advierte
“Miren lo que pasó con Sodoma y Gomorra, las dos ciudades que tenían el mismo comportamiento moral que está presente en nuestra nación, nuestros estados y nuestras ciudades. Dios las destruyó”.
¿Y quién es esta pobre mujer que se arroga el derecho a denunciar
a todos los "pervertidos" homosexuales del mundo? Pues agárrense
porque según ella es
Y aquí ya tenemos el lio montado, puesto que hay otro
enajenado anciano que vive en el centro de Roma que también dice ser el único y
verdadero vicario de la siempre confusa asociación trinitaria celestial. Bien harían
la Zarza Ardiente, el Judío Milagrero y la Paloma Fornicadora en ponerse de una
vez por todas de acuerdo y enviar al mundo un único embajador, con una teología
lo suficientemente clara para que esos alrededor de 1.000 millones de pobres estúpidos
(sí, ya que es muy difícil hacer comprender algo a estos simples,
pero para eso se supone que son todopoderosos) que se dividen en las miles de
sectas cristianas únicas y verdaderas actuales sepan a qué atenerse y dejen de
perder el tiempo en sus absurdas disquisiciones de si dios dijo esto u ordeno
aquello.
Pues bien, al final esta
absurda demanda ha sido desestimada, ya que el juez ha alegado que no es
competencia suya el dirimir cuestiones religiosas y que la demanda no se adecúa
a derecho al no definir de forma precisa contra quienes va dirigida ni cuál es
su objeto.
Como se puede observar todo un ejercicio de diplomacia
judicial. El juez se lava las manos en lugar de emitir un fallo que sentara
jurisprudencia, ya que bien podría haber amonestado y hasta multado a la
fanática por obligar a la justicia a malgastar recursos públicos en analizar lo que a
todas luces es una evidente muestra de locura religiosa, demencia que atenta además
contra la más elemental convivencia, y así cortar de raíz este tipo de
antidemocráticos y peligrosos comportamientos.
Es más, si este juez hubiera sido diligente bien podría
haber solicitado una revisión psiquiátrica de esta pobre
anciana sumida en sus delirios seniles, para que se evaluara la capacitación
mental de lo que evidentemente parece un irreversible deterioro de las
funciones cognitivas y de la comprensión de la realidad por parte del dañado
cerebro de la cristiana. Pero claro, eso hubiera sido atentan contra la sagrada
libertad religiosa de comportarse como
un demente, y eso sólo se puede medicar si lo que ve el enfermo son elefantes
rosas y nunca cuando el paciente se comunica con palomas fornicadoras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario