Un metaanálisis sobre inteligencia y religiosidad ha
demostrado lo evidente: los creyentes son menos "inteligentes" que los ateos, cuando esta capacidad intelectual se mide con los famosos test de
inteligencia.
Lo primero que hay que aclarar es que estos test no miden en
realidad la inteligencia, sino que clasifican a las personas por su grado de cultura/educación,
es decir el antiguo concepto de persona más o menos "culta": cuanta
educación ha recibido una persona, su adaptación al sistema escolar, los
conocimientos y nociones básicas de la enseñanza (matemáticas elementales,
lógica abstracta, riqueza de vocabulario, etc.).
Por tanto estos estudios confirman lo obvio, que las
personas con mayor cultura, más instruidas y con mayor nivel de educación son
más reacias a creerse las idioteces sobre palomas fornicadoras, zarzas
ardientes, dioses elefante o cocodrilo, paraísos llenos de ríos de leche y miel
y el resto de las sandeces perpetuadas a través de los siglos para solaz de los
miembros más ignorantemente sumisos de nuestra especie.
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