Hace algún tiempo el anciano líder de los católicos llegó a asegurar que
"el inicio del mundo no es obra del caos que debe a otro su origen, sino que deriva directamente de un Principio Supremo que crea por amor"
Es decir que según el alucinado criterio de este pobre anciano que conversa con palomos siderales, un "principio supremo" creó amorosamente los quarks y los fotones, la materia y la energía para que se expandiera durante la friolera de 15.000 millones de años más o menos dando lugar a un inabarcable universo prácticamente vacío, con sólo ocasionales y dispersas galaxias de polvo, estrellas y agujeros negros. ¿Ven ustedes por alguna parte el amor? ¿está quizás dentro esos exóticos quásares y pulsares del lejanísimo espacio profundo o enterrado en los insondables abismos de esos supermasivos agujeros negros situados en el centro de las galaxias y que engullen todo aquello que sobrepasa su horizonte de sucesos?
Y ya para terminar su demente alegato alucinatorio el papa declaró
"El Big Bang no contradice la intervención creadora divina, al contrario, la exige"Eso sí que es física teórica de altura, un individuo que en la práctica es un analfabeto científico incapaz de entender la más simple de las ecuaciones se permite la arrogancia de explicar lo que probablemente es el proceso más oscuramente intrincado al que se tiene que enfrentar la mente humana con el mismo argumento que daría un niño de 5 años: "eso lo ha hecho mi primo de Zumosol, que es super-superfuerte"
Y lo peor es que todo ello lo dijo ante un arrobado auditorio de científicos, eso sí cristianos.
Aparte del insulto a la inteligencia que representa la actitud de este personaje, cómplice de genocidio en su país de origen, tenemos entonces la obligación lógica de preguntarnos acerca de quién creó a su dios autor del Big Bang.
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