Este es el desesperado llamamiento que ha hecho la Dra. Joanne Liu,
presidenta internacional de Médicos Sin Fronteras en la sede de la ONU en Ginebra. Sin comentarios.
Sra. Secretaria general adjunta,
Sr. Coordinador especial, Sr. Subdirector general, distinguidos delegados,
señoras y señores:
Hace dos semanas, realicé un
llamamiento urgente a los Estados miembros de Naciones Unidas en Nueva York
para reclamar su ayuda en la contención de la epidemia de Ébola en África
occidental. Muchas otras organizaciones, como el CDC, la OMS y la propia ONU
han descrito la catástrofe que se cierne sobre la región.
Sin embargo, desde entonces, solo
unos pocos países (Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia y Cuba, o la
Unión Europea) se han comprometido a desplegar más capacidades prácticas en los
países afectados. El presidente Obama tiene previsto anunciar hoy planes para
desplegar asistencia médica y militar en África occidental. Si este anuncio se
materializa –todavía no tenemos detalles concretos sobre este despliegue o su
rapidez–, es una muestra de que Estados Unidos está dispuesto a demostrar
liderazgo y dar ejemplo. Necesitamos que otros países lo sigan.
Hoy, la respuesta al Ébola
continúa peligrosamente retrasada y me veo obligada a reiterar el llamamiento
que hice hace dos semanas:
Os necesitamos en el terreno. La
ventana de oportunidad para contener este brote se está cerrando. Necesitamos
que más países den un paso al frente, necesitamos un mayor despliegue, y lo
necesitamos ahora. La respuesta debe ser contundente, y coordinada, organizada
y ejecutada bajo una cadena de mando clara.
Hoy, en Monrovia, personas
enfermas llaman a las puertas de los centros de atención de Médicos Sin
Fronteras porque no quieren infectar a sus familias, y buscan, desesperadas, un
lugar seguro en el que ser aisladas.
Trágicamente, nuestros equipos
deben rechazarlas. Simplemente no tenemos suficiente capacidad para admitir
nuevos ingresos. Personas altamente infecciosas se ven obligadas a regresar a
sus casas, donde pueden contagiar a otras y continuar así la propagación de
este virus mortal. Todo por culpa de la falta de respuesta internacional.
Hasta el día de hoy, MSF ha
enviado más de 420 toneladas de suministros a los países afectados. Tenemos
2.000 trabajadores en la zona. Nuestros cinco centros de atención a pacientes
con Ébola suman más de 530 camas. Sin embargo, estamos desbordados.
Sinceramente, nos resulta incomprensible que una sola ONG esté proporcionando
la mayor parte de las unidades de aislamiento y camas.
No podemos predecir cómo se va a
extender la epidemia. Estamos tratando, en gran medida, con lo desconocido.
Pero sí sabemos que el número de casos de Ébola registrados representa solo una
fracción de la cifra real de personas infectadas. Sabemos que las tasas de
transmisión se encuentran en niveles sin precedentes, que las comunidades están
siendo diezmadas. Y, sin lugar a dudas, sabemos que la respuesta en el terreno
sigue siendo total y letalmente inadecuada.
Cada semana que pasa, la epidemia
crece exponencialmente. Cada semana, la respuesta necesaria se complica cada
vez más.
Más países deben desplegar
equipos médicos y medios militares y de protección civil para contener la
epidemia. Se requiere gran cantidad de personal capacitado para atender a los
pacientes en salas de aislamiento básicas y eficientes y en hospitales de
campaña, que puedan instalarse rápidamente a campo abierto en una operación
relativamente sencilla desde el punto de vista logístico.
La lucha contra este brote es más
que simplemente tratar de controlar el virus. Miles de personas han muerto de
Ébola, pero muchas más están muriendo de enfermedades de fácil tratamiento
porque los centros de salud ya no funcionan. Las estructuras de salud necesitan
apoyo para empezar a trabajar de nuevo y reducir las tasas de mortalidad y
sufrimiento causadas por otras enfermedades que ahora mismo no están siendo
atendidas.
Mientras tanto, los esfuerzos
orientados a la producción de una vacuna eficaz deben continuar, con el fin de
cortar la cadena de transmisión. Pero debe ser una vacuna de seguridad y
eficacia probadas y de amplia disponibilidad. Hasta que llegue ese día, debemos
actuar como si la vacuna no existiera.
¿Qué dirán los libros de Historia
de la respuesta que el mundo está dando a esta epidemia sin precedentes? Esta
es una crisis regional con implicaciones económicas, sociales y de seguridad
que van mucho más allá de las fronteras de los países afectados.
Los Estados tienen la
responsabilidad política y humanitaria de detener este desastre creciente.
Y esto solo puede hacerse
mediante el despliegue masivo de activos en el terreno y la lucha contra la
epidemia desde la raíz.
Los primeros compromisos ya se
han hecho. Ahora corresponde que más países se movilicen con urgencia. El
tiempo corre.
El mismísimo Vaticano debería dar TODO su capital para ayudar a sus "hermanos"...
ResponderEliminarTranquilo, ya hay prisioneros que están transmitiendo la fe, gracias a ellos, en áfrica hay más cristianos y ya hay un infectado de ébola en españa
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