En este país esperpéntico, donde nuestros gobernantes han
perdido la decencia y casi con seguridad la cordura, el ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón brilla con deslumbrante luz propia.
Porque en ¿qué país salvo la España del cortijo
nacionalcatólico cabe que un individuo borracho huya de la policía y se refugie
en casa de su padrecito, miembro del gobierno y los escoltas del papá impidan
la detención del delincuente por ser hijo de un ministro? Y por supuesto el
interfecto, nuestro
piadoso ministro nos comunica sin rubor alguno ni vergüenza ajena como si
de un mafioso cualquiera se tratara, que no pasa nada, que
“los asuntos de familia se tratan en familia”
como si el encubrir a un delincuente, abusando de su cargo
público fuera lo más normal del mundo. Y por supuesto eso de dimitir por
decencia y por mantener un poco de honra, pues nada de nada.
Y lo peor del caso es que este ministro, que confunde el
encubrimiento de un delito con la vida privada, es el mismo que quiere decidir
sobre las relaciones sexuales y perseguir (y quizás encarcelar, si no al
tiempo) a aquellas mujeres que, saltándose los sagrados mandamientos de la muy
santa madre iglesia, tengan la osadía de impedir la vida de un puñado de
células indiferenciadas, eso sí portadoras de un alma cristiana inmortal desde
el mismo momento de la fecundación (mira que es rijoso ese pervertido
diosecillo de pastores de cabras, siempre atento a nuestros pecados de alcoba).
Que ya se sabe que las golfas que quieren abortan no tienen derecho alguno a vida privada. ¡Asco de país!
Y privatiza servicios públicos Registo civil en beneficio de los amiguetes, amiguetas. Pero que bueno, requetebueno que es.
ResponderEliminarQue asco de país! Desde los Pirineos a la Punta de Tarifa.