Pakistán, la segunda democracia más grande del mundo
islámico es un país en donde se aúnan las más extremas facetas del radicalismo
islámico.
Así dos noticias recientes nos muestran la fragilidad de
esta nación siempre impotente para hacer frente al fanatismo musulmán. La primera
nos cuenta que un
fanático ciudadano pakistaní ha denunciado ante los tribunales a la mismísima
embajadora de los EEUU en el país por un delito de blasfemia. Y aparte de
las penas de cárcel que se pueden sufrir en esta nación por blasfemar hay que
recordar que en las últimas décadas al menos 52 personas han sido asesinadas
después de haber sido acusadas de este medieval delito. Así que imaginen los
derechos que tienen en este país (uno de los más occidentales del terrible y
atrasado mundo musulmán) los pakistaníes ateos o simplemente increyentes.
La segunda noticia es quizás todavía más terrible puesto que
cinco
miembros del personal sanitario de la campaña de erradicación de la poliomielitis
han sido asesinados por militantes islámicos. Hay que recordar que en
varios países islámicos entre los que se encuentran Nigeria,
Afganistán y el propio Pakistán
clérigos dementes han declarado la yihad o guerra santa contra las vacunaciones
por pensar que son estrategias imperialistas para exterminar a los creyentes
musulmanes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario