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10 de enero de 2014

Las tramposas cuentas de la gestión privatizada de la sanidad



Cada vez está más claro que la privatización encubierta de la sanidad pública, que está llevando a cabo la Comunidad de Madrid, lejos de ser un ahorro para las arcas públicas es directamente una estafa en toda regla, orquestada únicamente para beneficiar a las empresas y lo que es peor para hundir al resto de hospitales que todavía quedan en manos públicas.


Imaginemos un caso extremo. Un hospital privatizado se especializa en atender sólo las patologías leves: rotura de extremidades, accidentes domésticos, pequeñas operaciones con pocas complicaciones como apendicitis, etc. Con estas previsiones oferta un presupuesto bajo por paciente, por ejemplo 10.000 euros ya que no necesita invertir mucho en grandes equipamientos, complejos quirófanos ni personal médico altamente especializado. Y con ello gana el concurso para atender una población madrileña. Por supuesto todos los pacientes de esa localidad que presenten patologías más graves: problemas cardiacos que necesiten un trasplante de corazón, tratamientos largos y costosos de radio y/o quimioterapia de pacientes oncológicos, etc. no van a ser abandonados a su suerte, sino que ante la imposibilidad de ser atendidos en este hospital privado (ya que no dispone de instalaciones ni personal adecuados) se les deriva a un hospital público que disponga de los medios (complejos y costosos no lo olvidemos) para tratar esas severas patologías. Por supuesto la empresa que gestiona el hospital privatizado se debería hacer cargo del coste del tratamiento de esos sus pacientes.

Hasta aquí todo normal, pero atiendan a la trampa digna del peor estafador ideada por los sucesores de Lamela y Güemes. En lugar de tener que pagar el coste real que ha supuesto el tratamiento en el hospital público, que en muchos casos graves como los que he comentado anteriormente se dispara a cientos de miles de euros, la Consejería de Sanidad ha aprobado que la empresa privada sólo deberá pagar al hospital público el equivalente a lo que previamente ha ofertado para ganar el concurso, en este caso los 10.000 euros que es lo que cuesta atender a un enfermo en ese flamante hospital privatizado, aunque sea de hemorroides ¿Se entiende ahora la vergonzosa estafa? 

Así se matan dos pájaros de un tiro. Primero la empresa privada selecciona sólo aquellas patologías en las que prevé fuertes beneficios y pocos riesgos y luego en el trasiego de enfermos graves desde la privada a la pública, el sistema privado carga los costes reales al hospital público ya que éste nunca podrá resarcirse de todos los gastos ocasionados por el tratamiento de la enfermedad grave, con lo que éste último aumentará espectacularmente su déficit a medida que pasen los años y más y más pacientes derivados del hospital privado deban ser atendidos por debajo de coste por la sanidad pública. Con ello, el resultado previsible es que unos años después aparecerán los famosos defensores de la libre empresa, demostrándonos en sesudos estudios y complejos balances de ingresos y gastos cuan ineficaces y derrochadores son los ineptos médicos y gestores de la sanidad pública y lo profesionales y ahorradores que son los hospitales privatizados bajo la flamante y siempre eficiente gestión empresarial.

¿No me digan que no es para dictar una orden de prisión preventiva inmediata contra toda la cúpula sanitaria de Madrid, que los mantenga encarcelados a la espera de un juicio por estafa criminal?


P.D. a 20/01/2014

Y mientras tanto tal y como denuncia Intermon Oxfam los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

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