Es un hecho comprobado que la irracionalidad de las
religiones lleva a las situaciones más absurdas y en muchas de ellas se pone incluso
en peligro la integridad o la salud de los propios arrobados creyentes.
Ejemplos de estos incoherentes comportamientos se dan en
todas las religiones. Así por ejemplo son habituales las avalanchas de extasiados
peregrinos musulmanes en el acto final de la famosa peregrinación a La Meca, la
llamada lapidación
del diablo que de vez en cuando se lleva la vida de varios cientos de
enfervorecidos creyentes. Tampoco parece muy saludable el famoso rito hindú
de la purificación en el rio Ganges ya que según manda la tradición sus aguas son
sagradas y bañarse en ellas mejora el Karma y purifica a quien lo hace. Dejando
de lado que este rio es uno de los más contaminados de este sufrido país, el
hecho de que varios
millones de indios se hacinen en un mismo día durante largas horas para bañarse
todos en el mismo tramo del río no puede ser considerado más que como una
irracional llamada al contagio de las más diversas enfermedades infecciosas. ¿Y
qué decir de esa malsana afición de los católicos por las reliquias de santos
y vírgenes varias? Adorar, toquetear y acercarse a restos momificados diversos:
manos, pies, corazones y demás órganos manoseados durante siglos por personas
que no tenían ni idea del concepto de higiene no parece muy recomendable. Y ya
no hablemos de la
milenaria tradición de besar a la imagen del apóstol Santiago en la catedral de
Compostela que hasta tuvo que quedar en suspenso en el año 2009 por el alto
riesgo de contagio de infecciones.
Pues bien dentro de este contexto, un grupo de investigadores
austriacos ha realizado un estudio sobre la salubridad del agua bendita que se
encuentra en las pilas bautismales de todas las iglesias católicas. Y han
encontrado que lejos de poseer propiedades curativas tal y como asegura la
tradición cristiana, lo que en realidad contienen
estas supuestas milagrosas aguas es multitud de bacterias fecales en tal
cantidad que no hay ninguna apta para el consumo humano, por lo que son un
potencial foco de infecciones. Y por supuesto las pilas bautismales de las iglesias
con más afluencia de público (las más milagrosas, que ironía) son las que se
encuentran más contaminadas. Así que al final los crédulos creyentes que vayan
a curarse una enfermedad quizás el único milagro que consigan sea volver a casa
incubando una gastroenteritis diarreica.
Les dejo con el emotivo y antihigiénico momento en el que la
reina de España besa los pies del Apóstol Santiago, aunque imagino que para tan
ilustre personalidad habrían limpiado los restos biológicos provenientes de
todo tipo de menesterosos que previamente hayan ido a Compostela a solicitar un
milagro al santo.
P.D.
Escribe un lector que este de la foto no es Santiago sino el Cristo de Medinaceli.
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