Aunque en teoría vivimos en el supuestamente avanzado primer
mundo en un época rebosante de información, con bastante frecuencia aparecen
noticias sobre el grado de ignorancia y superstición que pueden desarrollar algunos
de nuestros conciudadanos que deberían hacernos reflexionar sobre la enseñanza
y los mecanismos de difusión de la verdad.
Así un ciudadano normal de clase alta, ya que es un empresario
levantino de cierto éxito dueño de varias sociedades hosteleras, inmobiliarias,
de atención geriátrica y de viajes se enamora de una mujer que no le corresponde.
Y agárrense porque la historia parece sacada de un vodevil del siglo pasado ya
que nuestro protagonista, ni corto ni perezoso decide acudir a la consulta de
una pitonisa que se publicita como consejera espiritual y "asesora personal-coaching
para directivos" signifique esto lo que signifique. Y la consejera le "receta"
al incauto un ritual y elixir de amor consistente en lavarse con el agua en la
que previamente había estado sumergidas unas flores durante 40 días. Después,
debía recoger tierra de un cementerio y frotarse el cuerpo con ella. No me digan
que no es para desternillarse, porque nuestro protagonista en lugar de mandar a
paseo a la bruja del tres al cuarto realizó obedientemente el ritual, por el
que además pagó la bonita cantidad de 165.000 euros ¡sí han leído correctamente la
cifra!. En pleno siglo XXI un mentecato
(porque ya me contarán ustedes que otro apelativo puede definir mejor a este incalificable
individuo) desembolsa un dineral por un filtro de amor de los de las novelas del
mago Merlín o de Harry Potter.
Pero no se vayan que todavía hay más. Nuestro protagonista
al darse cuenta de que el conjuro de amor no funcionaba (¿que esperaba, que la
dama cayera hechizada a sus pies como en los cuentos de caballerías?) pues
decide reclamar a la bruja acompañado de cuatro amigos de tal forma que tuvo
que aparecer la Guardia Civil a poner paz y
ahora nuestro protagonista está detenido a la espera de cargos. Ven como
este señor José Laparra, que así se llama el susodicho, es un necio de los que
ya no quedan. No se sí el juez debería inhabilitarlo y nombrar un tutor, porque
parece muy claro que tamaño incauto necesita de supervisión constante para
intentar desenvolverse con normalidad. Así que les dejo con una foto de este
ignorante individuo que pasará a la posteridad como uno de los mayores tontos
de este país. Lástima que Calderón de la Barca haya muerto hace ya varios
siglos porque de esta estúpida historia hubiera sacado una comedia memorable. Aunque
ahora hablando en serio, algo debe ir muy mal en España para que cientos de miles de jóvenes preparados
estén en el paro o emigrando mientras individuos como José Laparra son
empresarios de éxito.
Pues este tio es un empresario de exito del mismo modo que Jesús Gil fué otro de los empresarios de mayor exito de este pais, la construcción y las concejalías de urbanismo de los ay-untamientos de este pais estaban llenas de individuos como este.
ResponderEliminarJavi Skywalker
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo contigo. Y desgraciadamente este es el tipo de desarrollo que hemos fomentado, el que permite que un Jesús Gil o un José Laparra cualquiera acabe amasando una fortuna.
¿Siglo XXI?
ResponderEliminarDefinitivamente esto es de la edad media, y yo que me asombraba cuando unos vecinos compraban unos brebajes para que les mejore el negocio.
Me pregunto si las estrategias de mercadeo, publicidad y negocio del señor este también hacía uso de la "vidente" esta.
De locos