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PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

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24 de agosto de 2012

Ensañamiento terapéutico debido a padres con profundas creencias religiosas


Puesto que la religión en todas sus facetas ha demostrado ser durante milenios un eficaz conjunto de absurdas reglas capaces de bloquear la capacidad de raciocinio de sus practicantes, parece ya difícil asombrarse ante comportamientos irracionales, peligrosos o dañinos derivados de esa práctica religiosa. Sin embargo a día de hoy sigue siendo difícil mantener la mesura y la calma cuando se maltrata o daña a la infancia en nombre de cualquier miserable diosecillo. Así, desde este blog se han ido denunciando de forma habitual este tipo de terribles conductas hacia estos ciudadanos especialmente vulnerables. Y hoy desgraciadamente hay que añadir una nueva denuncia que implica además a niños con enfermedades terminales y a sus fanatizados padres.
Un estudio realizado en el Reino Unido ha analizado el papel que juega la religión de los padres en la toma de decisiones acerca del tratamiento en niños hospitalizados en unidades de cuidados intensivos pediátricos, es decir, en niños con enfermedades muy graves y en muchos casos desgraciadamente terminales. En primer lugar los investigadores encontraron que la religión es una fuente de consuelo para muchos padres con hijos seriamente enfermos y hospitalizados, e incluso también para muchos de los profesionales que trabajan en estas difíciles condiciones. Aunque respeto este tipo de comportamiento siempre me ha resultado difícil de entender que ante el terrible dolor de ver a tu hijo consumiéndose por una grave enfermedad se halle consuelo en un dios teóricamente omnisciente (por tanto que sabe lo que le ocurre a tu hijo), omnipotente (por tanto que ha decidido enviarle esa terrible enfermedad que lo está matando) y compasivo (aunque no hace nada para curar a tu inocente y sufriente vástago). Imaginen que sustituimos a ese dios por un supervillano tipo Lex Luthor que ha envenenado a tu hijo con una sustancia por sólo él conocida, que esa sustancia está matando lenta pero dolorosamente a tu hijo pero que ese criminal no quiere administrar al niño el antídoto que lo salvaría. ¿Encontrarías paz, sosiego y consuelo en su recuerdo? O más bien ¿estarías pensando en lo que le harías si por casualidad cayera en tus manos? En fin, misterios insondables del comportamiento religioso humano que mi mente atea es incapaz de discernir.
Después los investigadores analizaron el grado de aceptación por parte de los padres frente a las decisiones médicas en niños enfermos terminales. En la mayoría de los casos, cuando la enfermedad de su hijo era incurable y el tratamiento no surtiendo efecto además implicaba sufrimientos inútiles para los niños, los destrozados padres entendieron y aprobaron la cesación de dichos tratamientos y aceptaron los tratamiento paliativos del dolor recomendados por los profesionales médicos. Sin embargo hubo una minoría de padres que se negaron en principio (frente a la recomendación médica) a suspender estos ya inútiles pero dolorosos tratamientos. Los padres que eligieron el ensañamiento terapéutico para sus hijos parecían estar diferenciados en dos grupos: aquellos que alegaron razones religiosas para continuar el tratamiento y los que no.  De este segundo grupo no religioso, todos las discrepancias fueron resueltas con posteriores reuniones entre el equipo médico y los padres (sin ninguna intervención externa) hasta que finalmente comprendieron el daño que podían hacer a sus hijos, es decir que estos padres tardaron un tiempo en asimilar la terrible noticia de la próxima y segura muerte de su hijo. El problema sobrevino con los padres religiosos. Éstos aun cuando pertenecerían a diferentes creencias: católicos, judíos, protestantes o musulmanes, tenían un punto en común. Todos ellos opinaban que los cuidados intensivos dolorosos no debían ser paralizados porque esperaban una intervención divina con el resultado de la curación total de su hijo. Además opinaban que el equipo médico era demasiado pesimista y que también estaba equivocado con respecto al diagnóstico.
¿Ven la doble argumentación de los fanáticos padres? Yo aunque soy un individuo sin conocimiento médicos SÉ positivamente que los profesionales expertos que están tratando a mi hijo son unos inútiles y unos derrotistas. Y además también SÉ ciertamente que si me dan un poco más de tiempo mediante su inútil ciencia médica podré convencer (como piadoso creyente que soy) a mi todopoderoso y misericorde dios para que finalmente realice un milagro y cure a mi vástago ¿Porque no entienden en su absurdo ateísmo que yo tengo una relación personal con mi dios, el cual me escucha, me comprende y siempre satisface todas mis plegarias?
Con estos fanáticos padres religiosos tuvo que recurrirse a ayuda externa del hospital. Así, la implicación de los respectivos líderes espirituales (rabinos, curas o ulemas) pudo convencer a la mitad de estos alucinados padres de que su dios no era tan misericorde o estaba ocupado en otros menesteres, de tal forma que no iba a salvar al inocente pequeño y por tanto que renunciaran a seguir torturando innecesariamente a su hijo. En un caso además fue necesaria la implicación legal de tal forma que un tribunal tuvo que dictaminar la cesación del tratamiento intensivo. Y finalmente en el resto de los casos, el ensañamiento terapéutico mantenido por la locura religiosa de los padres continuó hasta la muerte de todos los pobres niños afectados excepto uno que sobrevivió con profundas y irreversibles lesiones neurológicas. En resumen, dolor e ignorancia a partes iguales para sacrificar en el altar de los insaciables dioses monoteístas.
Finalmente los autores del estudio concluyen que cuando los enfermos son niños pequeños las ideas, creencias o la religión de los padres no debe ser motivo de sufrimiento adicional para estas ya torturadas criaturas y que deberían existir mecanismos legales más rápidos y eficaces para impedir la expectativa milagrosa como fuente de rechazo al mejor tratamiento médico posible. 


5 comentarios:

  1. Estimado, Ateo: Creo que aquí tiene mucha parte de razón. Y se la doy, sin remilgos. Ahora bien, el ensañamiento terapéutico se aplica a niños y mayores. No sé que clase de religioso es el que espera que los médicos sean inútiles, y que solo su oración puede hacer que el niño (o adulto) sanen.

    Con la excusa de paliar los dolores se hacen muchas operaciones ciegas “a vida o muerte”, y la eutanasia campa por sus respetos porque, como Hitler decía, si alguien es improductivo pues se le elimina y ya está. De ahí los campos de Treblinka, Dachau, Sorbidor, etc. Por más motivos, que no son del caso tratar aquí.

    Cuando un progenitor reza, es porque en muchas ocasiones lo que se daba por perdido ha sido recuperado. Desde luego, la voluntad de Dios es la que sirve para determinar el destino de cada cual. Y eso lo acepta cualquier cristiano.

    Si no se tiene fe da igual que una persona muera, como que viva. Para acabar enterrado y ¡ya está! ¿Ya está? ¡No vale la pena vivir! Si no hay trascendencia ¿que porras pintamos, como si fuéramos hormigas o gusanos retorciéndose en miles de congojas? Somos mucho más que eso. ¿Cómo va a ser lo mismo matar un insecto que un ser humano?

    Me niego rotundamente a aceptar eso. Si las cosas son así, por mi parte no vale la pena, ni ser valiente, ni ser justo, ni vivir, teniendo siempre encima la tortura, o la miseria, o la injusticia etc. Se tira uno por una torre alta, y te levantan hecho mantequilla. Y ya, que hagan con uno lo que quieran.

    Entiendo algo la ciencia porque tengo mucho contacto con científicos, y sobre todo con médicos que son muchos agnósticos, que es una postura distinta ya que analizan las cosas y ven muchas más. Todos me han dicho que el cerebro es el rector de toda la organización orgánica del hombre.

    Pero no saben de donde viene el cerebro. No se puede uno crear a sí mismo cuando aun no existe. Es asunto peliagudo. Creo en la ciencia, pero en ella puedo darle montones de testimonios de gente que discrepa sobre el cambio climático en una u otra dirección.

    Y eso de los trillones de galaxias hasta donde llega el cerebro o la imaginación humana, es tan problemático y misterioso que ahí no caben ni elucubraciones ni menos aun dogmas de la parte que sean. Y los derechos humanos ¿para qué?

    Somos lo mismo que los cerdos, monos, o insectos por lo que ¿para qué hablar de derechos humanos. ¿Porque tenemos un cerebro más desarrollado? ¿No hemos tenido bastante con la multitud de sevicias contra la humanidad perpetradas tanto duques o reyes, que por comunistas o cualquier otra clase de ideología.


    Bueno ya está bien por hoy. Es una forma de contestar sus asertos, siempre con respeto a su persona, y paz para todos.

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    1. Rafael

      No sé de donde te has sacado el mito de la eutanasia de los improductivos, pero pienso que es completamente errónea y está sesgada por las mentiras interesadas de los jerarcas cristianos. Si la voluntad de tu dios es lo importante a que vacunarse e ir al médico. Sé consecuente, no te acobardes y practica la ciencia cristiana de la que he hablado en varias entradas de este blog.

      El problema de los creyentes es que sois como niños y necesitáis ser los protagonistas de un novela o película y no entendéis que vuestros deseos no son reales y suplicáis y queréis estar por encima del resto de los seres vivos. Y encima os creéis importantes porque en vuestra ignorancia y estrechez de miras sois incapaces de entender que un universo increiblemente viejo y prácticamente infinito, vivimos una misérrima fracción de tiempo en un ignoto planeta de una estrella anodina de una galaxia normalita. Pero eso sí seguís aferrándoos patéticamente a que sois el centro de una supuesta creación. Por favor madurar y no digáis como tú Rafael "me niego". Verdaderamente patético este comportamiento completamente infantil: como nadie quiere jugar conmigo, pues ahora me enfado. ¿y a quien le importa en este inconmensurable universo tu enfado y obcecación?

      Y como todo buen creyente infantil y egoísta admites sin rubor, pudor ni vergüenza que si no tienes una recompensa, un regalo o un privilegio pues para que vas a intentar vivir una vida justa y honrada. Que miserable moral cristiana que sólo pienses en hacer el bien si existe un amigo imaginario que te va a dar muchos regalitos si te portas bien.

      Y ya finalmente para que rebatir el batiburrillo de conceptos científicos que no entiendes y que desprecias. Rafael sí que sabemos de dónde viene el cerebro humano, de una larga evolución del cerebro primate, que a su vez proviene de otros cerebros menos complejos y así hasta llegar prácticamente al principio de los seres pluricelulares. Y como buen creyente cristiano y homeópata (como comentaste en otra entrada del blog) ahora también eres un escéptico del cambio climático. Lo dicho, eres un individuo rodeado de superstición y pensamiento mágico.

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  2. Anónimo4:07 p. m.

    Estimado amigo ateo sigo su blog y como ser humanos que somos cada uno tiene un punto de vista diferente en el ver de las cosas, para usted los que creemos en un dios o ser superior llamelo como quiera estamos equivocados, es su creencia, para los que si creemos es nuestra esencia de vida y le aseguro que la vivimos plenamente hasta el fin de nuestros días terrenales y aceptamos la muerte, enfermedades, accidentes y demás como una cosa mas de este mundo material en el que usted y su creencia personal hace gala.

    Nuestra creencia en un ser superior es muy intensa y aunque sabemos que de verdad se esta en fase terminal, luchamos aferrándonos a la vida gracias a los adelantos médicos disponibles y eso si dentro de un margen legal y justo.

    No somos nadie ni para quitar ni interrumpir una vida, pues solo y no voy a decir Dios ahora, para que me entienda bien, la naturaleza del ser humano es suficiente para dar y quitar la vida naturalmente.

    Mi intención no es ni mucho menos de convencerle de su posición inicial atea, ya que todo ser humano es libre de expresar en libertad su pensamiento, pero le invito a que se siente un rato escuche a su conciencia escondida en este nuestro maravilloso cerebro y se pregunte¿de verdad somos como simples perros que cuando nos muramos se acabo todo? reflexionelo y despues si sigue con su idea inicial, bien es libre de hacerlo y si por casualidad hay un poco de duda indague realmente en el beneficio que nos causa a muchisimas personas que creemos en algo mas que una vida terrenal material.

    Permitame que le desee mi mas sincero sentimiento de bonanza hacia usted y los suyos sin conocerle, simplemente porque somos iguales en nuestra composición material pero diferentes en nuestras creencias espirituales.

    PAZ Y AMOR.

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    1. En fin, si su dios es tan poderoso y tiene todo planeado, no tiene sentido orar porque él ya decidió que una persona va a morir o vivir, ¿correcto? Aunque dicen que si oras con fe, ese dios cambiará su plan divino solo por ti... lo cual implicaria millones de cambios a cada minuto para ese plan divino...!!!!

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  3. Estimado Miguel

    Hay un viejo refrán castellano que dice "y vuelta la burra al trigo". No se ya cuantas veces he escrito ya en este blog que un ateo no tiene creencias (como la propia definición de la palabra lo dice). Te pondré un sencillo ejemplo a ver si por fin lo entendéis los creyentes. A las personas que no les gusta el fútbol no puede llamarseles de ninguna manera forofos, seguidores o aficionados. Pues lo mismo con los ateos, no creemos en dioses. Como quizás te pase a ti con las hadas, los unicornios o los duendes si piensas que razonablemente no existen. NO es una creencia negar la existencia de esos pequeños seres o de los caballos con cuernos, es un argumento basado en los hechos y en la experiencia de millones de seres humanos que no han visto nunca a ninguno de esos seres mitológicos. Aunque como ocurre con cualquier dios siempre encontrarás a un conjunto más o menos numeroso de personas que te dirán que ellos o alguien que conocen o del que han oído hablar vio y certificó la existencia de los elfos o los trasgos, pero en todos los casos no te presentarán ninguna prueba fehaciente y creíble de su extraña y asombrosa afirmación.
    Y vuelvo a repetir que el que una persona tenga una creencia muy intensa de que Zeus, Visnú, Ganesha, Manitú o el ratoncito Pérez (este último creído y apoyado por millones de niños) existen, eso NO los hace reales.

    Con respecto a tu argumento de que

    "No somos nadie ni para quitar ni interrumpir una vida, pues solo y no voy a decir Dios ahora, para que me entienda bien, la naturaleza del ser humano es suficiente para dar y quitar la vida naturalmente"

    es completamente falso en nuestra actual sociedad médicamente avanzada. Miles de millones de personas (entre las que por simple estadística muy probablemente nos encontramos tú y yo) hubieran muerto de viruela, sarampión, meningitis o cualquier otra enfermedad infecciosa si no hubiéramos sido vacunados de pequeños o tratados con antibióticos cuando era necesario. Millones de personas se salvan todos los días, ignorando los designios divinos o de la naturaleza, por los miles de tratamientos médicos modernos (cirugía, medicación, prevención, etc) a los que tenemos acceso al menos en el llamado mundo desarrollado. Así que no hables de dejar nuestra salud en manos de dios o de la naturaleza. Si sabemos cómo prolongar la vida también debemos saber cuando esa prolongación artificial no mejora nada la calidad de vida del paciente y se convierte en inadecuada y debemos saber por tanto cuando parar esos tratamientos para nada naturales.

    El que tú personalmente te creas superior a un perro respecto al tema de la "inmortalidad del alma" no cambia nada la realidad. A día de hoy, después de miles de dioses diferentes adorados desde la más remota antigüedad, no existe ningún dato objetivo de que ninguno haya existido o de que nos ocurra algo después de nuestro fallecimiento diferente a la putrefacción corporal. Así que tengo que decirte que sí, que en ese aspecto no nos diferenciamos nada de los canes o de cualquier otra especie animal o vegetal.


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