Históricamente, la cultura y la educación han sido definidas
como las principales herramientas para desarrollar un pensamiento crítico y
racional en los individuos y así enfrentarse al fanatismo y el oscurantismo
secular impuesto a nuestra especie. Pero esta visión idílica de que la
educación fomenta el racionalismo y destruye la superstición tiene una importante
limitación. Cuando esa formación se imparte en un entorno fuertemente irracional
como es en colegios, universidades o sociedades profundamente religiosas, ésta
se vacía de contenido y los dogmas, la intransigencia y el pensamiento mágico
se imponen. Así no es difícil encontrar en nuestro actual mundo desarrollado individuos
con estudios superiores, que incluso han cursado carreras de las denominadas de
ciencias, apegados a mitos religiosos inventados por profetas analfabetos o a
supercherías varias (astrología, adivinación, curanderismo, espiritismo, etc) que
harían sonrojar a cualquier persona mínimamente racional. Así, que en pleno
siglo XXI vivimos rodeados de ignorancia y superstición es un hecho innegable.
Y por supuesto cuanto más nos alejamos del Occidente cultural esta verdad se hace
más patente. Y ello ha sido corroborado en un reciente
trabajo realizado por investigadores saudíes. Dicho estudio se ha centrado
en la relación entre la epilepsia,
una enfermedad históricamente asociada a poderes supraterrenales bien en su
faceta divina bien en la demoniaca, con la superstición. Para ello seleccionaron
a unos 400 saudíes con estudios superiores: profesores y alumnos universitarios y analizaron su conocimiento de la enfermedad y sus causas. Los resultados
mostraron que el 43% de los encuestados definieron a la epilepsia como una
enfermedad psiquiátrica debida al mal funcionamiento del cerebro. Por el
contrario otro 40% de los estudiantes y un sorprendente 50% de los profesores
universitarios consideraron que las posesiones demoniacas eran la verdadera
causa de la epilepsia. Por supuesto estos “creyentes en el demonio” indicaron a
su vez que estos espíritus impuros y malvados podían ser expulsados de los
cuerpos de los epilépticos mediante ritos y exorcismos. Si esto es lo que piensan las personas más
educadas de la sociedad saudí, imaginen las creencias entre la población normal.
Y no piensen que esto es únicamente un hecho anecdótico estudiado por unos
científicos dedicados a investigar absurdeces o cosas del pasado, en Arabia
Saudí la
hechicería es en la actualidad un delito punible que es castigado con la
pena de muerte.
Finalmente los autores del trabajo concluyen que son
necesarias campañas de educación pública para combatir la superstición. Aunque lo
que yo personalmente pienso es que mientras en dicho país se siga practicando
el rigorista wahabismo
islámico no hay nada que hacer y los demonios seguirán campando a sus anchas
por las resecas tierras del desierto saudí.
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