Leo en el Pais que el rabino ultraortodoxo israelí Yitzak Shapira publicó en 2009 un libro que incitaba al asesinato y al genocidio titulado La Torá del Rey: leyes de vida y muerte entre Israel y las naciones. En dicho libro y tras exhaustivos estudios bíblicos nuestro piadoso rabino llegó a la sorprendente conclusión de que el famoso mandamiento de "No matarás" sólo era válido entre judíos. Según este lunático creyente los no judíos "carecen por naturaleza de compasión" y por tanto se les puede atacar para "someter sus inclinaciones malvadas" incluso hasta la muerte. También argumenta este criminal que se puede matar de forma lícita a los niños de los enemigos de Israel "porque está claro que crecerán para dañarnos". Vamos que si por el fuera y ya que Israel dispone de armamento nuclear, lo mejor y más rápido para cumplir la sagrada palabra de su irascible y genocida dios sería lanzar unas cuantas bombas atómicas y asunto arreglado.
¿Alguien ve alguna diferencia entre estas genocidas declaraciones y los argumentos que utilizaron los nazis durante la segunda guerra mundial para exterminar a judíos, gitanos, homosexuales o simplemente desafectos al glorioso Reich alemán? Lo dicho, la religión es la estructura social que permite aglutinar más eficazmente bajo su manto a perturbados, criminales y pervertidos y ofrecerles la cobertura moral necesaria para que realicen sus vergonzosas y criminales prácticas sin pudor o remordimiento alguno.
http://futurodelmundo.files.wordpress.com/2009/01/los-protocolos-de-sion.pdf
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con todo; Pero le diría a Ricardo que no es necesario meter a la mamarrachada de los protocolos en esto, porque cualquier religión, y no solo la hebrea, se desautoriza sola.
ResponderEliminarRicardo y Render
ResponderEliminarCreo que históricamente los protocolos son una falsificación, a mi juicio innecesaria. Porque no hay documento más negativo para un pueblo o una creencia que el antiguo testamento, el cual está plagado de horrendos crímenes realizados en nombre y para mayor gloria de un diosecillo egomaníaco pero con complejo de inferioridad, además de cruel y rencoroso.