El terremoto de Lorca ha dañado aproximadamente al 10% de los edificios de la ciudad. Algunos de ellos construidos en la última década, cosa que no parece muy razonable teniendo en cuenta que dicho seísmo ha sido de una intensidad media, muy lejos de los terribles 9 grados del también reciente terremoto en Japón. Ello parece indicar que las normas constructivas en dicha región adolecen de rigor y profesionalidad tal y como han demostrado la cifra de fallecidos. Pero como esto es España, nadie será responsable de dicha relajación en las normas urbanísticas.
Un hecho curioso del seísmo lorquino ha sido que todas (las 13 iglesias de la ciudad) han sufrido daños estructurales importantes con derrumbes de campanarios y fachadas tal y como hemos podido en diversas imágenes y que han obligado a cerrarlas al culto máxime cuando parece tan necesario aplaca la ira divina desatada. También es mala suerte.
Ello es esperable ya que dichos edificios son antiguos, de épocas cuando no existían normas anti seísmos. Y como la iglesia católica en este bendito país se encuentra siempre por encima de la ley y ha demostrado hasta la saciedad que su cumplimiento no va con ella, pues a ver quién es el valiente que les obliga a reforzar adecuadamente sus templos. Suerte ha habido que el terremoto haya sido a una hora en la cual parece ser que no se celebraban oficios religiosos, si no alguno se hubiera reunido con su creador antes de tiempo y el número de muertes podría haber sido mucho mayor.
Ahora bien, este significativo hecho de que mientras la gran mayoría de los edificios particulares de Lorca han soportado perfectamente el terremoto mientras que ninguna iglesia se ha salvado de importantes daños podría ser utilizado para un razonamiento de estilo sofista como nos tienen tan acostumbrados los creyentes para demostrar la presencia de su dios particular. Así este ensañamiento divino con los templos católicos podría significar que en caso de existir alguna entidad sobrenatural no parece ser muy católica que digamos. Esto unido a las recientes lluvias durante la semana santa sevillana que ha dejado a multitud de pasos encerrados en sus iglesias y a miles de devotos católicos andaluces llorando porque no entienden la injusticia divina de impedirles sacar en procesión a sus recargadas y ostentosas imágenes
debería hacer pensar a estos feligreses, tan acostumbrados a interpretar cualquier suceso como un mensaje personal de su dios todopoderoso, que si dios existe no es nada católico. Así que por si acaso deberían ir aprendiendo otras liturgias no vaya a ser que se lleven una desagradable sorpresa el día del juicio final.
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