Otro año más cumpliendo ridículos ritos. Si ya es arcaico tener un Rey (que se le va a hacer, lo dice la Constitución) el bochorno puede llegar a ser colosal cuando dicho jefe de estado, en representación de todos los españoles, realiza su ofrenda anual invocando al Patrón de las Españas los beneficios divinos para las tareas humanas. Como así lo decidió en 1643 Felipe IV pues a continuar con la bonita tradición. Menos mal que ya no se solicita ayuda al apóstol para perseguir o quemar herejes, moros, ateos, titiriteros o personajes de similar calaña. La ofrenda termina con el tradicional abrazo al Apóstol Santiago del monarca. Imagino que debido a la ancestral confianza existente a lo largo de los siglos entre la Corona y la Iglesia.
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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
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