Que bien que ha venido otra vez el Papa católico a España a recordarnos a los millones de homosexuales, lesbianas, divorciados, heterosexuales casados por el juzgado o a aquellos que simplemente vivimos nuestra relación sin papeles de este país, que nos quemaremos en el Infierno por nuestros pecados, ya que la única familia admitida por su intransigente Dios es la refrendada por el matrimonio católico. No importa que su retrógrada visión choque frontalmente con nuestro ordenamiento jurídico y diferentes leyes aprobadas por las Cortes soberanas durante varias décadas (Leyes del Divorcio, del Matrimonio Civil, del Matrimonio Homosexual, etc), Dios siempre está por encima de la Constitución faltaría más. Festejemos su llegada, aguantemos sus descalificaciones y paguemos por supuesto los gastos de su discurso cavernícola con cargo a las arcas públicas. Por cierto es sorprendente que un anciano virgen dogmatice sobre amor o sobre sexo, pero aún es más increíble que millones de personas le hagan caso en sus delirios. Salvando las distancias es como si nos dejáramos aconsejar sobre nutrición por un anoréxico. Pero ya se sabe que en cuestiones de religión, cuanto más irracional es el dogma más seguidores se consiguen.
P.D.
Y como siempre, siguiendo el sabio refrán castellano de "viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio2
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