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5 de octubre de 2025

Libertad de elección médica ¡pero con todas sus consecuencias!

Uno de los más habituales argumentos de los defensores de las más diferentes pseudomedicinas chamánicas es apelar a la libertad individual y a los derechos democráticos para defender que el mago/gurú/estafador de turno pueda “tratar” los más variados cánceres y las más peligrosas enfermedades con zumos de frutas, pases mágicos, orina de vaca, lejía más o menos concentrada o el ungüento curalotodo milagroso que hay inventado cualquier timador del tres al cuarto para estafarles con total impunidad.

Y quizás en este mundo hiperconectado, en donde cualquier ciudadano más o menos inquieto puede acceder a todo el conocimiento científico y médico mediante un simple clic de ratón cibernético, ya vaya siendo hora de cumplir estos "alternativos" deseos. 

Así a lo mejor quizás ya sea hora de dejar "elegir" a los ciudadanos que tipo de "sanidad" prefieren: la científica convencional o alguna de las casi infinitas "medicinas alternativas" que aparecen sin descanso cual setas del bosque tras una tarde lluviosa. 

Por supuesto, esta elección debería implicar un compromiso formal, legalmente validado para que aquellos que se decantaran por la pseudomedicinas quedarían excluidos automáticamente (y hasta el resto de sus muy predecibles cortas vidas) de la sanidad pública, fueran después las condiciones particulares que fuesen. 

Esta elección tendría dos claras ventajas para la sociedad e incluso para la especie humana. La primera que disminuiría el gasto sanitario de manera muy significativa si cientos de miles o incluso millones de descerebrados dejan de acudir a hospitales y los impuestos de todos no tienen ya que ser gastados en tratar sus enfermedades más o menos grave. Y la segunda, y quizás más importante, que se dejaría actuar sin cortapisa alguna a esa poderosa y terrible selección natural (que no entiende para nada de creencias) que muchos de ellos estúpidamente afirman que es un cuento de científicos racionalistas y por tanto, los genes de estos pobres ignorantes acabarían desapareciendo rápidamente del acervo genético humano.  

Porque quizás no exista forma más efectiva de suicido planificado que el ponerse en manos (pero de verdad, sin medias tintas ni postreros remordimientos) de esos miles de estafadores, charlatanes, alucinados y hasta dementes sanadores/chamanes/pseudomédicos/gurús alternativos que todo afirman sanar, pero que luego en realidad nada pueden curar con sus agujitas diminutas, azúcar diluido, bálsamos, elixires, energías místicas, equilibrios kármicos, imposiciones de manos, pases energéticos, potingues, remedios de la abuela y el resto majaderías pseudomédicas ancladas en esa oscuridad precientífica del siglo XIX, del XIV o muchas veces provenientes de la más profunda y oscura antigüedad. 

P.D:

Y de regalo un interesante video de como diferenciar ciencia de pseudociencia y medicina de pseudomedicina.

 



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