En esta desgraciada piel de toro hispana, controlada por cristiano-fascistas hasta la médula hay pocos momentos para sentir un poco de orgullo. Pero a veces ocurre el milagro.
Que el presidente del gobierno español haya acudido a Nueva York, la capital de mundo, a decir las verdades más dolorosamente evidentes es quizás uno de los pocos momentos en el que la política deja de ser un estercolero y pueda servir para desenmascarar a los nuevos nazis, circuncidados por cierto, y ¡quizás! para empezar el largo camino de la justicia.
Les dejo con estas memorables palabras, que a estas alturas del siglo XXI deberíamos haber interiorizado hace décadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario