Los creyentes, en su total y prepotente ignorancia afirman
(sin prueba alguna por cierto) que una entidad omnisciente convirtió a unos
pobres monos en el centro de la creación. Pero con el más mínimo análisis racional las cuentas no cuadran.
Porque a la vista del desarrollo de la vida en la Tierra sería evidente que, en caso de existir, una entidad todopoderosa ha estado mucho más tiempo disfrutando con las bacterias que no con unos egocéntricos monos bípedos que llevamos viviendo en este planeta el equivalente cósmico a un segundo.
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