En diversas entradas previas del blog he comentado que
aunque parezca increíble en pleno siglo XXI todavía se sigue acusando y “tratando”
a brujas. Así en el África
subsahariana miles de niños y mujeres son acusados, perseguidos y muchas
veces exterminados con la complicidad de las iglesias locales protestantes por
ser brujos. Pero esto no ocurre únicamente en el atrasado tercer mundo, en la
civilizada Europa no hace tanto que el anterior papa católico Juan
Pablo II “trató” (por cierto con muy escasos resultados) a diversas adolescentes
poseídas. Y el fenómeno lejos de remitir parece ir en aumento tal y como lo
atestigua el hecho de que más de un
cuarto de la población norteamericana cree en brujas y hechizos varios. Pues
bien recientemente se ha sabido que en el mundo islámico la presión es todavía
mayor ya que en la rigorista y teocrática Arabia Saudí hasta la policía se
encarga de perseguir y encarcelar a brujas. Así una
inmigrante de Sri Lanka ha sido detenida en este país acusada de hechizar a
un chica de 13 años y se enfrenta nada menos que a la pena de muerte por
decapitación si es encontrada culpable según la Sharia imperante en el país. Ya
en diciembre del año pasado Amnistía
Internacional denunció la ejecución por decapitación de otra mujer, esta
vez una ciudadana saudí que también fue acusada y declarada culpable de
hechicería y brujería.
Pare terminar únicamente recordar que Arabia Saudí aplica la
pena de muerte a una gran variedad de delitos: el asesinato, la violación, la
blasfemia, la apostasía, la brujería, el adulterio y la posesión de drogas. Y
mientras tanto nuestros éticos dirigentes, con nuestro rey cazador a la cabeza,
confraternizando con estos cavernícolas anclados en la más profunda y oscura
edad media.
Para que luego digan que debemos respetar las creencias y la
religión como fuente de bondad connatural.
Si a éso llaman ''ético'', no quiero saber qué es lo no ético...
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