Lo primero a tener en cuenta es que en la práctica hay miles de deidades distintas a las que rogar: Ala, Brahma, Buda, Ganesha, Jesucristo, Shiva, Vishnu, Yahvé, etc. Y eso sin contar la otra miríada de dioses a los que ya no reza nadie, pero que en realidad pueden ser tan “verdaderos” o más que los actualmente en liza. Por lo que rezar a alguno es como jugar a una lotería trucada con números infinitos: se anhela, se espera mucho pero luego nadie acaba ganando el ansiado premio.
Pero lo que es peor: el milagro solicitado en el rezo depende enteramente de la voluntad de un ser divino omnisciente y todopoderoso, por lo que la oración se vuelve totalmente irrelevante. O bien esa deidad iba a cumplir nuestra voluntad de todas maneras o no se dejará persuadir con las patéticas palabras de una miserable hormiga bípeda.
En cualquier caso, los resultados así lo confirman: después de miles de años de rezos, nadie ha podido nunca demostrar que sus oraciones hayan sido escuchadas.
Crom, jamás te había rezado antes, no sirvo para ello. Nadie, ni siquiera tú recordarás si fuimos hombres buenos o malos, por qué luchamos o por qué morimos. No… lo único que importa es que dos se enfrentan a muchos. Eso es lo que importa. ¡El valor te agrada, Crom! Concédeme, pues, una petición. Concédeme la venganza. Y si no me escuchas…¡¡¡VETE AL INFIERNO!!!
ResponderEliminarQue gran comentario de una gran película que debería estar en los anales del racionalismo.
EliminarCrom se ríe de los que rezan, se ríe desde su montaña.
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