A los siempre disparatados, pero también muchas veces más que incisivos y racionales, guionistas de los Simpson les basta un breve sketch de unos pocos segundos para plasmar la disparatada esencia de los verdaderos creyentes: unos pobres enfermos psiquiátricos necesitados de un estricto tratamiento médico para evitar que se hagan daño y más importante, que hagan daño a los demás.
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