Una espada en el campo

Los creyentes, en su desaforada imaginación, tienden siempre a buscar la explicación más rebuscada a cualquier evento, esa "explicación" que siempre incluye la máxima dificultad: que una entidad todopoderosa, ajena al espacio-tiempo altere la realidad y se inmiscuya en los insulsos asuntos de unos pobres monos bípedos con demasiado ego, una de las decenas de millones de especies que han evolucionado en un pequeño planeta, que orbita a una insignificante estrella, de una de las casi infinitas galaxias que componen el casi inabarcable y prácticamente infinito Cosmos que la Ciencia va descubriendo poco a poco.

¿Que en un accidente de aviación se salva un musulmán, aun cuando han muertos varios cientos de personas? Alá es la explicación. ¿Que a una vieja monja se le curan las hemorroides? Dios en su infinita bondad y gracias a la intercesión de San Apapurcio han obrado el milagro.

Sin embargo, esas supersticiosas criaturas aferradas a los infantiles miedos que les inculcaron los malévolos adultos que les (des)educaron descartan cualquier explicación racional y siempre acuden a ese amigo imaginario en busca de una irracionalidad más que innecesaria.

Y quizás uno de los mejores ejemplos de este infantil y desequilibrado comportamiento lo haya plasmado magistralmente en el cine el director Luc Besson en su célebre film "Juana de Arco", en una impresionante escena de tan solo unos pocos minutos, que muestra el "diálogo" entre la inequívocamente desquiciada que acabo siendo canonizada (como ha hecho la santa madre iglesia con otros miles de enfermos mentales a lo largo de la Historia) y su "conciencia". ¡Que lo disfruten.

P.D:

Muchas gracias a Ferney Pérez por haberme indicado la referencia de esta impagable muestra del racionalismo más exquisito.