En estas fechas de delirio sadomasoquista católico, los creyentes quieren que nadie empañe su celebración de humillación, dolor, sangre y enfermedad mental. Y para ello se han inventado el slogan de “si no crees, respeta”.
Pero es más que curioso que pidan respeto esos mismos intolerantes que día sí y día también menosprecian, insultan y ofenden a millones de personas que no viven anclados a su prehistórica moral de pastores de cabras de los desiertos de Oriente Medio.
Porque lo primero que tienen que hacer los seguidores del nazareno demente es respetar a divorciados, lesbianas, ateos, promiscuos sexuales, mujeres que abortan y sanitarios que las ayudan, homosexuales, transexuales y resto de humanos que no se adhieren a una moral emanada de la intransigencia de tiempos remotos que, lejos de provenir de una entidad suprahumana, fue el resultado de los delirios de profetas analfabetos que hoy en día serían considerados en el mejor de los casos como enfermos mentales necesitados de urgente ayuda psiquiátrica.
En resumen, que los católicos cumplen a rajatabla ese viejo refrán castellano de que “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
Aquí les va respeto:
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