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6 de abril de 2020

Sólo en EEUU se puede dar este tipo de "justicia cósmica"


Resulta que en EEUU vivía una tal Karen Kolb Sehlke, que aunaba todas y cada una de las paranoias de la derecha más radical norteamericana, y que ha tenido un trágico (pero por otra parte más que esperado) final a toda una vida de despropósitos.

Karen Kolb Sehlke era una fanática de libro: republicana a machamartillo, creyente de las de verdad y abonada a las conspiraciones de  los "medios de comunicación" del TDT Party y similares.

Hace unas semanas empezó a difundir por su Facebook una de las habituales "teorías" del cristianofascismo estadounidense. Alegaba que la actual pandemia del COVID-19 había sido "impulsada por los medios" liberales como la CNN y "controlada por gente radical en lugares poderosos". Acudiendo a los tópicos de siempre afirmaba que el aborto o los accidentes de tráfico era un problema mucho más serio que la epidemia mundial de coronavirus. Y que todo ello era una simple cortina de humo del gobierno para el "comienzo del socialismo" en el país de la libertad y así poder controlar

"lo que compras, lo que tienes que pensar, donde puedes o no puedes ir o como vivir"

Y como buena y delirante fanática ultranacionalista tenía una solución sencilla ya que para combatir al virus

" ... No se necesita gel de manos, papel higiénico ni desinfectantes de ningún tipo. ¡Necesitas sentido común, sentido de dirección, fe, voluntad de lucha y, por supuesto, armas!"

¡No me digan que no era una estúpida de libro, de esas que sólo se crían en los EEUU y que añadía a su firma el slogan de Donald Trump de las elecciones de este año. Aunque en su monumental idiocia no se daba cuenta de que quien gobierna el país y, que por tanto, está llevando a los EEUU hacia el "socialismo" es el mismo trilero al que tan fervientemente apoyaba.

Pues bien, como ella conocía la realidad usó su "sentido común", rezó mucho y lo más seguro es que se pasó por su armería a aumentar su colección de rifles de asalto y a reponer munición, con tan mala pata que acabó infectada por el coronavirus.  Días después todo se complicó y terminó muriendo.

Lo más sangrante de todo es que tras su muerte dejó 35.000 dólares de gastos no pagados por su hospitalización (ella, que seguramente era una firme defensora de la libertad sanitaria y totalmente contraria al "socialismo" sanitario") de tal manera que su familia ha tenido que pedir solidaridad y donativos para hacerse cargo de la factura médica. Ante las críticas recibidas, su familia ha retirado el motivo de su muerte de los obituarios y ahora dicen que los detalles de su muerte "no son públicos".

¡No me digan que este caso no podría convertirse en un buen guion hollywoodiense!

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