En un país en donde la calidad de la enseñanza deja mucho
que desear y los recortes han diezmado los recursos y las plantillas de la
educación pública, hay sin embargo un apartado que no sólo se mantiene intocable
sino que ha aumentado su presupuesto en los últimos años: el profesorado de
religión.
Según denuncia Europa Laica en un reciente
comunicado, el estado español dedica 700 millones de euros anuales a pagar
el sueldo de los ¡agárrense porque la cifra marea! más de 34.000
"profesores de religión" ¡menudo eufemismo!, ya que de enseñar no
enseñan nada, sino que por el contrario destruyen la capacidad de raciocinio de
los chavales con sus más que delirantes estupideces en zarzas ardientes que
envían a palomas siderales a fornicar con adúlteras judías.
Y esta mareante cifra es 100 millones de euros superior a la
dedicada a esta antidemocrática partida presupuestaria hace tan solo 3 años. Es
decir un nada despreciable aumento de más del 5% anual o un 17% de aumento en
el mencionado trienio.
Y luego así nos luce el pelo en el más que competitivo mundo
hipertecnológico del siglo XXI intentando competir con naciones que desde hace
décadas decidieron apostar por una enseñanza de calidad lo más alejada posible
de esos sotanados que destruyen las mentes y abusan de los cuerpos de esos niños
que deberán ser el futuro de un país.
Yo vivo en Chile y al menos en mi establecimiento educacional el profesor de religión lo tienen bastante controlado (afortunadamente), pero por supuesto que me encantaría que no tuviéramos una clase de religión y que esa hora se dedicara por ejemplo a la asignatura de lenguaje o matemáticas, que nos faltan horas para revisar todos los contenidos que se deberían pasar en el año.
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