El gran argumento de los creyentes es "respeta mi
locura". Y con este salvoconducto quieren imponer a toda la ciudadanía su
delirante teocracia. Sin embargo, yo como ateo no pido "respeto",
solo igualdad.
Los creyentes pueden reírse de mi ateísmo, considerar que mi
racionalismo es otro tipo de "creencia", pueden intentar intimidarme ¡qué
risa! con un infierno de attrezzo solo apto para débiles mentales y cualquier
otra de las más que patéticas estrategias que llevan desarrollando durante
milenios para intentar que las personas con un mínimo de intelecto nos
callemos, tengamos miedo, doblemos la cerviz y sigamos asumiendo que ellos son
los únicos poseedores de la "verdad revelada". Y además encima debemos
dar gracias porque ahora sólo nos insultan y no nos queman en la hoguera como
en tiempos no tan pretéritos.
Sin embargo, a mí como ateo todos sus estúpidos (y por qué
no decirlo patéticos) argumentos no me "ofenden". Simplemente quiero
un poco de igualdad.
Si ellos pueden pregonar libremente a los cuatro vientos los
más que majaderos dictados de un diosecillo del tres al cuarto, yo únicamente
exijo la misma libertad de pensamiento, de palabra y de obra (perdón, pero es
que fui educado en el más puro nazionalcatolicismo hispano y hay cosas que
desgraciadamente nunca se olvidan) que ellos tienen bien asumida y que ponen en
práctica en cualquier momento y lugar, con la aquiescencia de todos y los
subsidios públicos pagados por todos los ciudadanos independientemente de sus
creencias o increencias.
Por tanto, cuando yo (o cualquier otro ateo
"radical") expresemos (con más razón que un santo, valga el símil
teocrático) nuestros más que racionalmente ciertos argumentos solo pido que se
nos deje expresar con la misma libertad que tienen todos los dementes
alucinados, presa de los delirios de analfabetos de la Edad de Piedra, nuestra más
que acertada posición.
Y ya si además se nos exime de pagar impuestos y se nos
conceden generosas prebendas públicas, propiedades y rentas incluidas como
estos destripaterrones meapilas, pues miel sobre hojuelas porque eso únicamente
demostraría que en el supuestamente "avanzado, democrático y
tolerante" siglo XXI se habría alcanzado ¡por fin! una verdadera igualdad
entre todos los ciudadanos de una democracia moderna.
Pero claro, esto no es más que un deseo que desgraciadamente
parece que yo no podré disfrutar, porque seguiremos anclados en esa más que
ofensiva sinrazón de que en este mundo sólo los más estúpidos, esos que creen
en dioses elefantes, en zarzas ardientes que desvirgan a jovenzuelas judías,
aquellos que se mutilan en pene o que prometen tropecientas vírgenes al
estúpido de turno capaz de reventarse con un cinturón bomba, son los que tienen
el inalienable derecho de seguir destruyendo las mentes y los cuerpos de los
humanos, cuanto más jóvenes mejor. Por tanto sólo queda decir ¡ya basta! de
estulticia religiosa.
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