Me encontraba debatiendo el
otro día con un "ingeniero aeronáutico" religioso en el blog "La
Ciencia y sus Demonios" (en donde escribo habitualmente) sobre la supuesta
veracidad de la Biblia y el susodicho me refirió una
noticia que hablada de una investigación publicada por un par de físicos
estadounidenses, publicada en una buena revista científica, en donde se
aseguraba que el famoso episodio de Moisés cruzando las aguas del Mar Rojo
podía tener una explicación científica, estudio que a la postre confirmaría la
veracidad del relato del Éxodo.
Intrigado fui a la referencia
original porque en caso de ser verdad sería la primera prueba cierta de que
los milagros narrados en la Biblia podían tener algún viso de verosimilitud.
En el mencionado estudio los
autores simulaban mediante programas de ordenador distintas condiciones de
viento. Sus modelizaciones indicaban que un
viento de 101 kilómetros por hora, soplando de forma continuada
durante 12 horas y sin
cambiar de dirección, pudo hacer retroceder las aguas unos 2
metros de profundidad, abriéndose entonces un paso de tierra de unos 3
kilómetros de largo y 5 kilómetros de ancho que según los autores podría haber
permanecido practicable durante 4 horas, puente entre dos tierras que podrían
haber usado los israelitas si hubieran estado allí en ese momento.
El primer y más que relevante
argumento contra este estudio es que uno puede suponer cualquier cosa, pero que
eso no garantiza ni demuestra de ninguna manera que el resultado final de esa
suposición sea posible. Por ejemplo, se puede modelizar en un ordenador que los
burros tengan alas y luego estudiar sus características aerodinámicas, pero de
ahí a decir que eso demuestra que los pollinos puedan volar es una afirmación
tan disparatada que sólo puede considerarse como una soberana majadería.
La primera regla del método
científico (que parecen haber olvidado estos investigadores) consiste en
proponer hipótesis plausibles, conjeturas que tengan posibilidades de
verosimilitud con los datos y hechos previos, puesto que estudiar hipótesis sin
ninguna
base no sólo es un ejercicio inútil, sino que es una monumental perdida
del escaso tiempo que tienen los científicos. Si un científico dedica su vida a
estudiar hipótesis sin ninguna base racional está en la práctica faltando a su
deontología profesional, puesto que está malversando el dinero (generalmente
público) que se invierte en su salario y en sus experimentos. Y eso es
dilapidar los impuestos de los ciudadanos que le han sido concedidos para que
intente ¡de buena fe! ampliar el corpus del conocimiento científico.
Porque ¿ese tipo de vientos
tan potente, duradero y sobre todo constante en dirección que han modelizado
los autores se producen de forma regular o esporádica? Pues como sorprendentemente
los autores no han encontrado ningún dato de que este tipo de supervientos tan
particulares soplen por ningún lugar de Egipto, pues ni cortos ni perezosos
indican que vientos similares se han observado dos veces en medio de dos grande
tormentas invernales en el Lago Eire ¡sí ya sé que pilla un poco lejos la
frontera entre Canadá y EEUU, pero qué más da! y que el huracán Frances ¡en su
momento álgido! llegó a levantar metro y medio el agua en uno de los estrechos
cayos de Florida. El que ambos casos hayan ocurrido en otro continente bajo
condiciones climatológicas extremas, condiciones que no se han dado nunca en
Egipto, parece que es poco relevante para nuestros investigadores.
Pero es más, es que ni
siquiera han intentado simular la región en la supuestamente ocurrieron los
hechos, el Mar Rojo. Los autores del estudio eligen los alrededores de la
antigua ciudad de Tanis, frente al Mediterráneo y un emplazamiento muy
particular, uno de los brazos del Nilo que desemboca en la tranquila laguna
adyacente a la ciudad. ¿Porqué este lugar es el elegido para el estudio cuando
no existe ningún dato histórico o siquiera mitológico extraído del propio
relato del Éxodo para tal lugar? Pues aunque los autores no dan ninguna pista
de porqué estudian está región y no ninguna otra del famoso Mar Rojo la causa
es evidente, los datos de profundidad de dicho mar no muestran ninguna
posibilidad de aguas someras rodeadas por mucha tierra, que es lo que necesitan
los investigadores para obtener el resultado obtenido. Es decir que ellos
eligen arbitrariamente (por lo que bien podrían haber elegido el Golfo Pérsico,
el estrecho de los Dardanelos o un valle encajonado entre los Himalayas) el
único lugar conocido de Egipto que casualmente es un brazo del rio Nilo
encajonado entre dos orillas. Como había comentado antes, es algo parecido a
poner alas a los burros, aunque sea a martillazos para intentar obtener el
resultado deseado.
Pero es más, como los autores
de este estudio parece que sólo entienden de ordenadores se les ha escapado el
pequeño detalle de que el Nilo se caracteriza por ser quizás unos de los ríos
del mundo con mayor aporte de limos. Aunque si hubieran leído algo de cómo se
formó el Imperio hubieran entendido que la riqueza de Egipto se basaba en que
estos densos limos tan abundantes en el Nilo fertilizaban las tierras
adyacentes haciendo posibles las espectaculares cosechas que permitieron a los
faraones mantener su poder durante milenios. Por tanto, aún cuando ese tan
particular viento hubiera eliminado el agua de esos 15 km2 que les
sale de sus cálculos informáticos, la más que considerable capa de limo húmedo
acumulado durante siglos en esa zona del delta (y por tanto con poca corriente)
debería haber sido una trampa mortal para cualquier loco que se hubiera
atrevido a pasar por allí, a no ser por supuesto que ese viento tan particular
hubiera sido tan caliente que hubiera podido secar en esas horas el inmenso fangal
de la zona, algo así como un supersecador atmosférico ¡total por pedir que no
quede!. Porque lo que parecen olvidar nuestros estudiosos es que a lo largo de
la Historia ríos mucho menos caudalosos y más cortos que el Nilo han tenido que
ser dragados recurrentemente para evitar que esos fastidiosos limos que
transporta la corriente acaben colmatando las vías navegables.
Y ya finalmente en la web del
mencionado artículo diversos internautas le han indicado a los autores del
estudio que en la actualidad no existe evidencia histórica alguna que permita suponer
que los judíos estuvieran cautivos en Egipto en ningún momento. ¿Y cual fue la
respuesta de los autores del estudio? Pues se la traduzco liberalmente:
” La historicidad del Éxodo está más allá del alcance de nuestro estudio"
Y asunto acabado.
En resumen, los autores analizan
una suposición que no tiene visos de realidad, en una región equivocada, con
unos parámetros y condiciones que no se han dado nunca en esa región y llegan a
unas conclusiones casi fantasiosas y sin embargo se quedan tan satisfechos sugiriendo
que es posible que un relato mitológico puede haber sido real ¡Eso es ciencia
de la buena!
Lo gracioso de todo es que una explicación científica del milagro demostraría que no es un milagro, porque por definición un milagro es un hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino.
ResponderEliminardaniel
ResponderEliminarNo porque los religiosos dirían que ese viento tan particular ha sido obra de su dios y estaríamos en el mismo punto.
Esa noticia es muy vieja. Ya fue tratada en Magonia en 2010 (http://magonia.com/2010/09/22/ni-exodo-ocurrio-ni-mar-rojo-se-abrio-moises-y-los/), e incluso también en CyD (https://lacienciaysusdemonios.com/2010/09/23/%C2%BFpudo-abrirse-el-mar-rojo/).
ResponderEliminarEn todo caso, hay que tener en cuenta que aunque con esto se explicara la inspiración del mito del paso del mar Rojo, esto no demuestra que el paso del mar Rojo fuera un hecho real. De hecho no lo fue. Recordemos que el relato del Éxodo es una ficción escrita por los escribas judíos de la época de los reinos de Judá e Israel para dar sentido a su pasado. Una ficción, sí, pero basada en cierto modo en hechos reales (la "Expulsión de los Hiksos", que, dicho sea de paso, no tuvieron nada que ver con los antepasados del pueblo judío), lo que produce toda esta confusión entre mito e historia.
De todos modos, siempre me he preguntado por qué cuando Moisés divide el mar Rojo es necesariamente cosa de un milagro divino, pero en cambio cuando Alejandro Magno hizo lo mismo en el mar de Panfilia con la ayuda del poder divino de su padre Zeus, van los creyentes a explicarlo con fenómenos naturales.
Esto, además de un falacia sin pies ni cabeza, sólo trata de llevar el asunto al comercio; como con el azúcar, como la "sábana estúpida" o como cualquier "caballo de troya" escrito por un imbécil pero sí rico a costa de la estupidez humana de unos (muchos) cuantos.
ResponderEliminar"Mesmitamente, qué decía mi "agüela": más tontos, dos tontos, y no nacen; se hacen"
¿Venga ya, por qué no les dan el antinóbel y., además, un par de buenas hostias sin pan?
Odiseo
ResponderEliminarComo digo en la entrada es una referencia que yo no conocía y que ha sido usada por un creyente para demostrar la verosimilitud de la religión.
Me recuerda a un video de youtube que intenté ver, titulado literalmente "La prueba de que dios existe", y en él se ven muchas imágenes del espacio y un tío comentando datos 'científicos', ejem, fragmentos interesados de artículos de supernovas y demás para terminar diciendo (ya no pude ver más) que LA PRUEBA es que la tierra está a la distancia exacta, con las condiciones exactas y que todo es justo lo necesario para que estemos aquí O_o Menudo genio, es que si no lo fueran NO ESTARÍAMOS!!
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