Las vacunas son quizás el mayor
éxito sanitario de la medicina científica e incluso en el privilegiado Primer
Mundo, en donde parece que hemos olvidado lo terrible que son los patógenos,
aparecen de vez en cuando situaciones que nos vuelven a recordar la importancia
de las vacunas.
Todos los miembros de una familia de
origen marroquí, a excepción de un hijo que había sido vacunado, contrajeron la
tosferina con el terrible resultado de que un bebe ha fallecido.
Y mientras tanto los descerebrados
antivacunas diseminando por el mundo sus ignorantes argumentos, que de
convertirse en habituales, nos retrotraerían a esas terribles, pero no tan
lejanas épocas, en donde las epidemias campaban a sus anchas y diezmaban a la
población.
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