Desde siempre se ha asociado la religión a la moralidad, de
tal manera que incluso a día de hoy pervive el mito de que agnósticos o ateos
son personas egoístas y sin moralidad alguna, pero los últimos estudios
científicos están demostrando el error de esa interesada afirmación.
En un
reciente estudio un grupo de investigadores ha analizado la moralidad de
niños provenientes de 7 países diferentes y pertenecientes a familias cristianas,
musulmanas o sin religión y han obtenido unos resultados muy interesantes y
llamativos.
Los investigadores han encontrado que los niños educados sin
religión son mucho más generosos con niños desconocidos que los pertenecientes
a familias cristianas o musulmanas. Es más, los niños cristianos y sobre todo
los musulmanes eran más proclives a juzgar o a castigar el mal comportamiento
de otros niños.
Y lo más llamativo del caso es que cuando se preguntó a los
padres sobre la supuesta generosidad de sus hijos, fueron los creyentes
los que consideraron que sus hijos eran más generosos que los de los demás.
Este estudio y otros previos aportan diversas claves para
entender la relación entre altruismo y religión. Primero, la moral no sólo es
independiente de la religión sino que parecen ser dos términos casi enfrentados.
Segundo, las personas religiosas suelen serlo únicamente con sus
correligionarios de fe. Tercero, la moral religiosa se basa casi exclusivamente
en el concepto de castigo. Y cuarto, los religiosos tienen una visión
sobrevalorada de sus propias (y a la vista de estos estudios) escasas virtudes
y tienden a despreciar a las personas irreligiosas por defectos que en
realidad son más propios de ellos mismos.
En resumen, que bien harían los creyentes en las diversas
deidades de dejar de pavonearse por cualidades en las que no destacan, y empezar
a comportarse de manera más humilde tal y como supuestamente les ordenan sus dioses, aunque
parece ser que con escaso o nulo éxito.
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