Los creyentes siempre acuden al manido pero absolutamente
erróneo argumento del libre albedrío para justificar la infinita crueldad de su
supuesto dios, pero ¿qué pasaría si en la vida corriente y en práctica judicial
se aplicaran esos mismos argumentos religiosos?
Pues por supuesto la extorsión sería la norma y los
delincuentes camparían a sus anchas tal y como muy acertadamente nos explica
este video.
Este comentario me trajo a la memoria ocurrencias por estas bandas del Brasil, donde matadores que fueron presos, comentaron en sus declaraciones que : “yo no soy dios para decidir quién vive o quien muere; yo sólo les hago un agujero, pero quien decide de morir o vivir es dios”. He escuchado algunos comentarios en varios países sobre la posibilidad de que nuestra muerte está predestinada, como que no podemos morir antes del día cierto. Un comentario común cuando en una catástrofe sobrevive alguien y dicen que “no era su día”. Con tantas religiones por aquí no iría ser diferente. Sabiéndose que 80% de los presos en Brasil son evangélicos, no podríamos esperar otra respuesta. Después de todo, con un dios frustrado, encolerizado y odioso, que quema, inunda, manda plagas, asesina los primogénitos, mata los animales de pueblos enteros, castiga con el fuego eterno, y por si fuera poco, sabiendo de su poder e impunidad determinada por el mismo, manda colocar por escrito todos sus crímenes en un libro que tenemos obligación de leer, para que “respetemos” por miedo u horror. Sus sumisos seguidores determinan eso “respeto” como “amor”. ¿Qué podemos esperar que piensen personas que confunden el terror con el amor?. Las personas que se agrupan en templos no lo hacen por amor y si por miedo. Un ser humano con miedo no sabe lo que es vivir. El amor y el miedo no caben en el mismo lugar. Uno sofoca el otro.
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