Que en España la libertad de expresión termina en cuando se
choca con los privilegios católicos es bien sabido, pero no por ello deja de
sorprender el sumiso seguidismo de los poderes públicos hacia esa omnipresente
y omnipotente iglesia.
Porque mientras en Madrid es habitual observar todo tipo de
propaganda católica, siempre por supuesto expuesta de manera gratuita en
centros públicos, organismos gubernamentales y hasta en los autobuses, parece
que es no sólo imposible sino también impensable que los autobuses urbanos
lleven un poco de racionalidad.
Así la campaña para
defender una escuela pública de calidad y libre del totalitarismo religioso ha
sido prohibida, de tal forma que el siguiente anuncio no podrá ser visto
por los madrileños ya que eso ofende a los siempre sensibles católicos.
En resumen, los obispos pueden insultar, denigrar y ofender
(muchas veces con el propio dinero público de todos los ciudadanos) a esos
millones de españoles (divorciados, abortistas, gays, ateos, transexuales,
lesbianas, etc.) que no vivimos bajo los siempre ignorantes dictados de un
diosecillo de pastores de cabras, pero en esta pseudodemocracia hispana no se
puede pedir racionalidad, cordura y decencia para con la educación de nuestra
infancia. ¡Asco de país!
Cuanta razón tienes, si es que, la iglesia es otro negocio en el mundo.
ResponderEliminarTienes libertad de expresión mientras no los contradigas. Somos controlados por personas con hada madrina. Se sienten seguros cuando ven que los demás son tan idiotizados cuanto ellos. No pueden aceptar que haya personas que no sufran sus mismos miedos. Lamentablemente tienen el poder de imponerse.
ResponderEliminarAlgo que un Ateo nunca hará es imponerse. Y cuando los creyentes consiguen imponerse, ríen felices como retardados. Pensando que consiguieron ganar una contienda. No sabiendo el crimen que está siendo cometido, perjudicando el movimiento de la inteligencia. Sin saber en realidad que están riéndose de su propia ignorancia.