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15 de abril de 2015

Las verdaderas consecuencias de no vacunar a tus hijos

En esta época de globalización cibernética es muy fácil encontrarse en webs diversas, foros, chats y redes sociales testimonios de lo más variado de miembros del disparatado colectivo antivacunas, personas que difunden a los cuatro vientos sus supuestas (porque es difícil autentificar sus relatos) experiencias personales de esa maravillosa vida sana y natural que les permite vivir felices y alejados de los siempre peligrosísimos patógenos.


Así testimonios como el de "yo no he vacunado a mi hijo y no ha cogido ni un simple resfriado" junto con el de "yo no introduzco sustancias tóxicas en mi bebe porque sólo sirven para aumentar la cuenta de resultados de las siempre sospechosas multinacionales farmacéuticas" están cada vez más de moda. Y dejando de lado la prepotente ignorancia que destilan estos comentarios sobre un asunto tan peligrosamente delicado como es la salud tanto individual de los hijos propios como la colectiva de la infancia al completo, ejemplos como el recientemente acaecido en Canadá muestran el verdadero y terrible peligro de esta tan "natural" oposición a las vacunas. En estas frías tierras viven unos padres que no vacunaron a sus siete hijos porque
"teníamos miedo y no sabía en quién confiar. ¿Es  la comunidad médica un mero títere de una conspiración de las multinacionales, los gobiernos y los medios de comunicación? ¿Son las vacunas necesarias en los tiempos que corren?"
Como ven, el ya tristemente caso de alguien que sin preparación alguna se permite suponer que por el mero hecho de haber parido a un niño ya tiene todo el conocimiento necesario (obtenido por ciencia infusa) para poner en tela de juicio lo que quizás es el mayor avance de la actual medicina moderna, procedimiento médico que ha permitido salvar la vida de cientos (cuando no de miles) de millones de persona.

Y no es que estos padres vivieran en el remoto círculo polar, lejos de la civilización y aislados del mundo moderno ya que la madre indica que
"Durante años, nuestros familiares trataron de persuadirnos través de correos electrónicos y enlaces para que reconsideráramos [nuestra negativa a vacunar a los niños], pero esto sólo nos irritaban y nos hacía ponernos a la defensiva."
Es decir mientras los familiares más racionales intentaban presentar pruebas del peligro pues estos amantísimos padres pensaban que
"Secretamente esperaba que iba a encontrar la prueba que necesitaba para defender nuestra posición, pero en el fondo ya me había resignado a no encontrar más argumentos en un conflicto sin fin que nunca resolvió nada. No importa si nos vacunábamos o no, pensé, sería nada más que un sorteo con riesgos horribles de cualquier manera."
Es decir, erre que erre en la posición inicial de que nadie sabe mejor que yo lo que es más adecuado para mis hijos y al final ¡que pase lo que tenga que pasar!. Como se puede observar un argumento de peso. Pero parece que no todo estaba perdido porque
"Cuando ocurrió el [reciente] brote de sarampión en Disneylandia mi marido y yo estuvimos de acuerdo para echar un nuevo vistazo y sopesar las pruebas en ambos lados. Un amigo me sugirió que escribiera mis dudas para que pudiéramos abordarlas de una en una. El simple hecho de que fuera por escrito me ayudó mucho. Yo sólo terminé con un puñado de preguntas. Pero más potente que mis preguntas eran mis prejuicios."
Y continúa nuestra madre
"Yo simplemente no confío en el gobierno, en la comunidad médica, en la industria farmacéutica y en la gente en general. De forma predeterminada, había excluido toda la investigación disponible de cualquier gran organización de buena reputación. ¿Podrían todos los trabajos independientes revisados por expertos clínicos y los estudios de investigación de todo el mundo estar viciados, corrompidos y ser poco fiables?"
Vamos que nuestra señora es toda una conspiranoica en toda regla y desgraciadamente en este mundo occidental donde muchas cosas son sencillas y casi no nos damos cuenta de lo que cuestan mantenerlas, pues algunos se pueden permitir el lujo de despreciar el conocimiento acumulado durante décadas cuando no siglos. Y como dice el refrán: va tanto el cántaro a la fuente que al final se rompe ya que los niños empezaron a tener una "tos seca" que no mejoraba con el tiempo y que se fue complicando con síntomas adicionales de enfermedad. Y bien, ¿qué había ocurrido? pues lo que cualquier médico hubiera predicho. Los 7 niños se habían contagiado a la vez de tos ferina, enfermedad fácilmente evitable con una simple vacuna. Sin embargo estos padres habían hecho caso omiso durante años a todas las señales, advertencias y consejos porque ellos sabían más que miles de investigadores, médicos y expertos en salud pública.

Al final y como aviso para navegantes, esta irresponsable madre ha entonado por fin un mea culpa en una carta abierta en la que relata los hechos. Y sólo hay que felicitarse porque en sus hijos la enfermedad no ha pasado a mayores, ya que hay que recordar que la tos ferina produce pneumonía en uno de cada 8 niños infectados, encefalitis en el 5% de los enfermos y mata a 1 de cada 200 personas de las que se cruzan en su camino.



1 comentario:

  1. > "yo no introduzco sustancias tóxicas en mi bebé"

    Yo en mi propio cuerpo tampoco introduzco sustancias tóxicas. Salvo cuando salgo a beber con los amigos. O cuando me las manda el médico porque tengo una infección bacteriana. (Tóxicas en este caso no para mí, claro; estoy hablando de los antibióticos).
    Medicinas (de verdad, no "alternativas") todas las que hagan falta, pero sustancias tóxicas no.

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